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Voto de Flaneur:
3
Thriller. Intriga. Drama Manuel (Antonio de la Torre), un influyente vicesecretario autonómico que lo tiene todo a favor para dar el salto a la política nacional, observa cómo su perfecta vida se desmorona a partir de unas filtraciones que le implican en una trama de corrupción junto a Paco, uno de sus mejores amigos. Mientras los medios de comunicación empiezan a hacerse eco de las dimensiones del escándalo, el partido cierra filas y únicamente Paco sale ... [+]
29 de septiembre de 2018
72 de 120 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mis expectativas eran altas: Sorogoyen, el director de la estupenda, oscura y electrizante “Que Dios nos perdone” abordando un tema tan complejamente rico y actual como la corrupción. Un tema, además, que carecía de película, si bien el gran Rafael Chirbes nos había legado dos obras maestras literarias como “Crematorio” y “En la orilla”. Las críticas, además, prometedoras: que si espejo necesario de nuestra realidad, que si el “Uno de los Nuestros” hispano, etc., etc.
Dicho todo eso, la peli decepciona. Sorogoyen baja muchos enteros respecto a “Que Dios no perdone”, y la crítica parece haberse dejado llevar por un entusiasmo estimulado por la jugosidad del tema y la poderosa campaña publicitaria.
La historia, desde un planteamiento tan ingenuamente ambicioso como puerilmente fallido, intenta ser una especie de fresco de todos los implicados en el mecanismo de la corrupción, a la vez que un trhiller en el que el protagonista intenta alcanzar su salvación. El problema es que todo queda demasiado plano, el fresco por su superficialidad y el thriller por su inverosimilitud. Por un lado, los guionistas, probablemente bienintencionados (como la crítica no deja de celebrar) se han quedado en la superficie en su descripción de todos los personajes corruptos: desde el empresario hasta el presidente del partido son estereotipos sin profundidad ni progresión. Pareciera como si hubieran leído la prensa, sí, pero sólo los titulares. Y recibimos una especie de fotografía de un momento, sin pasado ni historia, sin ideología. Para entendernos: lo opuesto a Costa-Gavras. Por otro lado, limada toda profundidad, el thriller avanza deslizándose cuesta abajo hacia el final que corona una fallida obra: el pedestre cara a cara entre el paladín contra la corrupción corrupto y la cómplice de la corrupción de alma pura. Se espera que el espectador medie (faltaría más) entre los dos extremos.
Los actores están bien, el montaje y la puesta en escena son poderosos, vale. Pero el guion, correcto en su progresión, es lamentable en su intento de contar la corrupción. Qué lejos, pero qué lejos, queda de las novelas de Chirbes. Lo más lujoso que hacen estos corruptos es chupar las dichosas cabezas de carabineros. No vayamos a sacar las orgías con cocaína y putas, no sea que se ofendan los espectadores.
A la película le falta en el aspecto estético sordidez, y en el aspecto narrativo complejidad. Sorogoyen, lo siento, pero si sitúas tu historia en Valencia, con lo que ha llovido además, no me vale que nos cuentes que has hecho una película sobre la corrupción, así, en abstracto, como si fuera un pecado capital a lo "Seven". La corrupción no es un pecado, es una conducta fomentada por una ideología y una historia muy clara. Vale que todos somos corrompibles, pero contar eso es no contar nada. Has perdido una gran oportunidad para hacer algo grande, te has centrado en los mecanismos corruptos dentro de un partido, y además sin demasiado tino. Se adivina una carencia absoluta en trabajo de campo y teórico, hablando con los corruptos e investigando como funcionan esas cosas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Flaneur
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