Cómo se echa de menos en la mayoría del cine actual la precisión y claridad de ideas que tenían los antiguos maestros guionistas y directores. Salvo en justificadas superproducciones, no necesitaban pasar de hora y media para ofrecer un completo relato tenso de principio a fin. Evitaban aburrir con interminables escenas sosas y, frecuentemente, alambicadas, faltas de coherencia y distorsionadas porque el director quiere presumir de "estilo propio", hasta que parece que quiere ocurrir algo.

Aquí, desde el principio, ya introduce un primer elemento de tensión, de desequilibrio, que va a ir propiciando la trama: el boxeador que está a punto de triunfar, pues ocurre que... (no lo desvelo, y no es una película sobre boxeo). A continuación, se examina la situación con su esposa, de la que él está muy enamorado, pero... (otro elemento de tensión...). Así se van introduciendo nuevos elementos y giros que hacen que el espectador se meta en el relato, en la piel y en lo que le va ocurriendo al protagonista, por cierto, otro magnífico actor John Payne, que parece que nunca alcanzó la notoriedad de las grandes estrellas, pero dejó muy buenas interpretaciones en notables películas de serie B como ésta, llamadas serie B porque, en bastantes casos, no necesitaban grandes presupuestos para ser interesantes debido al talento de sus artífices. Todos los actores están en su sitio y, especialmente, hay que mencionar el trabajo de las dos actrices, Evelyn Keyes y Peggie Castle, igualmente magníficas.

Estos films sólo se podían ver en esporádicos pases de filmoteca, normalmente copias viejas y desgastadas, o en pases ocasionales de TV. Desde hace años, muchos han sido restaurados para DVD o blu-ray, y ocurre mucho que su visionado no decepciona, sino que sorprende. Los guionistas y directores actuales tendrían mucho que aprender ahí.