Le llegó el turno al rubiales, al dios nórdico, al fortachón, al bracu, al marido de la Pataky (como lo conocemos en España). LLegó el turno de Thor.

Pues tenemos aquí al susodicho en un mundo paralelo, Asgard, donde es el típico macarrilla de buena cuna (es el hijo de Odín, lo que en mi mapa mental equivaldría a Zeus). Por una serie de movidas acaba en nuestro planeta, concretamente en EE.UU., y más concretamente al lado de Natalie Portman y su sonrisa perfecta. Ella es la típica cerebrito apasionada de su trabajo pero claro, le cae del cielo este Dios nórdico y no se puede resistir, se enamoran, obviously. Entretanto, en la Tierra, hay tejemanejes del gobierno/pentágono/CIA/FBI y, en Asgard, el hermano menos querido, Locuelo, hace y deshace a su gusto. Este no es ni bueno ni malo sino todo lo contrario, es el personaje más interesante de la película.

Thor, otra más de la saga de superhéroes Marvel que me trago, otra más que ni fu ni fa.

He de decir que en esta no me dormí, como me ocurrió con Hulk.