Película que aborda el drama que supone para una persona perder su puesto de trabajo, cosa que se ha vuelto muy habitual en los últimos años con tanta crisis, tanta reforma laboral y tanta facilidad para el despido.

Dos días, una noche nos cuenta cómo se delega en los trabajadores de una empresa la decisión de despedir a uno de sus compañeros. Estos trabajadores deberán elegir entre despedir a una compañera y cobrar una paga extra (1000€) o mantenerla en su puesto renunciando a ese dinero.

La protagonista va puerta por puerta intentando convencer a sus compañeros de que voten en su favor.

Como es lógico habrá quien pueda sacrificar su paga extra y quien no, pero no por ello hablamos de buenos o malos. No, tan bueno puede ser aquel que vota a favor de la protagonista como el que elige su paga. ¿Acaso se le puede reprochar algo a un padre con tres hijos que a duras penas llegue a fin de mes?. Qué es eso de poner a los trabajadores entre la espada y la pared y lavarse las manos, dónde queda la dignidad de la persona. Tiene muchos cojones que una persona tenga que mendigar por aquello a lo que tiene derecho, pero hemos llegado a un punto en el que hablar de derecho al trabajo es como hablar de un lujo. (Por suerte para nuestra protagonista tiene hijos sanos, tiene un marido que trabaja y aún conserva su casa).

Tenemos, por tanto, un tema muy presente en la actualidad y una gran actriz, como lo es Marion Cotillard (sobre la que recae todo el peso de la película), realizando una gran interpretación. Pese a ello, es evidente que estamos ante una película muy plana, pudiendo llegar a aburrir a más de uno. A Dos días, una noche le falta ritmo y le falta una trama más elaborada. La peli se limita a enseñarnos a Marion Cotillard durante hora y media yendo casa por casa diciendo la misma frase a cada compañero y claro, acabas por tener la sensación de que te falta algo más.