Película claramente mediatizada por su previo falso tráiler, algo que resultará positivo para los que quieran hacer un ejercicio de mitomanía y negativo para los que esperen ver una película coherente. “Machete” es, en efecto, incoherente, absurda, casi estúpida, cutre en muchos aspectos y, por encima de todo, tremendamente divertida, quizá el mayor y más magistral engendro de la idolatría y de la fascinación por el cine de acción (especialmente el de serie B de los años 70 y 80) jamás rodado.

Robert Rodríguez es un Sam Peckinpah infantil, un Quentin Tarantino sin pretensiones, un Walter Hill dotado del típico humor de sal gorda mexicano... Su cine no es apto para los estrechos de miras; quienes, por el contrario, sepan disfrutar sin complejos del entretenimiento puro y duro, encontrarán un filón en su filmografía.

Para terminar esta crítica, se me ocurre una pregunta: ¿cómo es posible que un espectador adulto y normal se emocione ante las apariciones de Steven Seagal, la tosquedad en persona? Sólo hay una respuesta posible: Gracias al enorme talento de Robert Rodríguez, quien, con cada una de sus películas, nos hace, por unos minutos, “volver a los 17”.