Este episodio de Poirot, ambientado en la campiña rural inglesa, es uno de los más delicados, pausados y originales, en el cual Poirot imparte la justicia según su sabio criterio, y en esta ocasión deja al inspector jefe Japp con un palmo de narices. Por descontado que esta al mismo digno nivel, de todos los episodios de esta buenísima serie de casos del genial detective. En general es una buena serie, incluso más que notable en muchos aspectos.
Por ejemplo: La ambientación impecable en los exteriores e interiores, los decorados, el vestuario, la elegancia y la educación típicamente británica que desprenden todos los personajes. También tiene algunas pequeñas sombras, como por ejemplo la lentitud premeditada de la trama que puede llegar a fatigar a algunos pocos espectadores.
Resumiendo: Perfecta para una tarde o noche para disfrutarla sin prisas, un 7 merecido.