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España España · Logroño | Madrid
Voto de Jorge Pardo:
9
Western. Drama A Wyatt Earp (Henry Fonda), antiguo sheriff de Dodge City, le ofrecen el puesto de comisario de la ciudad de Tombstone, pero lo rechaza porque le interesa más el negocio ganadero al que se dedica con sus hermanos. Sin embargo, cuando uno de ellos muere asesinado, acepta el puesto vacante y nombra ayudantes a sus hermanos. Contará también con la amistad y la colaboración de un jugador y pistolero llamado Doc Holliday (Victor Mature). (FILMAFFINITY)  [+]
10 de marzo de 2021
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las leyendas, normalmente, surgen en determinado contexto y terminan trascendiendo o convirtiéndose en algo "real" ayudadas, sobre todo, por la tradición oral y la literatura. Así, un episodio que en su mayor parte es ficción acaba por hacerse corpóreo y se ancla en el imaginario colectivo como un acontecimiento que de verdad sucedió o del que, al menos, cuesta discernir qué fue y qué no fue.

El talento de John Ford, sin embargo, es de tal magnitud que 'My Darling Clementine' consigue desandar todo ese camino para reducir el tiroteo del O. K. Corral –un episodio histórico del Far West– a una mera anécdota en comparación al desfile de imágenes que circula por la pantalla. Al contrario, aquí el esfuerzo se centra en acreditar que toda la belleza que atesora esta película es cierta en su cotidianeidad, nada impostada, y no imposible.

Y eso que, a priori, en este relato de vendetta típico del género no hay nada nuevo: vaqueros llevando de un punto a otro decenas de cabezas de ganado por las vastas planicies norteamericanas, un hombre íntegro que debe vengar la muerte de un ser querido, otro de dudosa moral y que, no obstante, alberga más principios que todo el pueblo junto, mujeres que deambulan por tabernas sin saber muy bien qué o a quién deben amar... Sin embargo, todo esto no ocurre en un punto cualquiera de la extensa geografía estadounidense: tiene lugar en Tombstone, capital del western.

Porque solo allí tienen su razón de ser todos esos personajes, insignificantes bajo el inabarcable cielo salpicado de nubes del Monument Valley, pero tan universales como el propio cine. Solo allí, y frente a la cámara de Ford, el celuloide se transforma en una poesía cuyos versos se traducen en siluetas recortadas contra el horizonte, guardapolvos que refulgen en la lluvia o el silencio que precede al eco de las balas y las despedidas.
Jorge Pardo
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