Steven Soderbergh nos ha inyectado un virus que resulta inocuo, indoloro e insustancial, un virus que probablemente nuestro sistema inmunológico expulse en las 24 horas posteriores de haberlo contagiado. No provocando la muerte sus efectos secundarios son la apataía, el cansancio, el sueño y la decepción. Los médicos prescriben el visionado de la primera entrega de Ocean's Eleven, Traffic o el Soplón para contarrestar los efectos secundarios de este virus que ni mata ni hace daño.

La película Estallido gestionaba mejor los recursos de que disponía para crear una thriller en torno a la amenaza de un virus letal para el que no existe cura. Las fortalezas de aquella son las debilidades de ésta, con un cast de segunda fila que no puede brillar por culpa del intento del director y guionista de tomarse todo esto demasiado en serio. Demasiados frentes abiertos, demasiada gente desfilando en pantalla. Michael Moore hubiera hecho maravillas con este material.

Conociendo los últimos rumores sobre un posible abandono de la profesión por parte del director, tal vez hubiera sido mejor ver una cuarta entrega de las andaduras de Danny Ocean y sus secuaces que este telefilm con envoltorio de gran producción de Hollywood. Si le quitamos cinco nombres estaríamos ante una peli de sábado por la tarde con el clásico "inspirado en hechos reales" al comienzo de la misma.