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España España · Madrid
Voto de Pedro:
3
Thriller De repente, sin saber cuál es su origen, aunque todo hace sospechar que comienza con el viaje de una norteamericana a un casino de Hong Kong, un virus mortal comienza a propagarse por todo el mundo. En pocos días, la enfermedad empieza a diezmar a la población. El contagio se produce por mero contacto entre los seres humanos. Un thriller realista y sin efectos especiales sobre los efectos de una epidemia. (FILMAFFINITY)
15 de octubre de 2011
20 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
No sabría contar exactamente cómo empezó todo. Creo que comía palomitas, igual que muchos en la sala. Apenas recuerdo qué ponían ese día; quizás una de un tal Soderbergh -quien tanto prometiese con “Sexo, mentiras y cintas de vídeo” y que incluso llegó a rodar “Traffic”-. Me parece que había un reparto de lujo -Matt Damon, Kate Winslet, Gwyneth Paltrow, Marion Cotillard, Jude Law…-. Mas apenas me acuerdo del título. ¿”Epidemia”? ¿”Virus”? ¿”Estallido”? ¡Ah, no…! Esta última era parecida y también algo floja… No sé… Las cosas banales suelen caer en el olvido, aunque sobre todo influyó, claro, aquel extraño contagio.

Las primeras respiraciones profundas surgían filas atrás, de la décima o novena. Luego algo adelante, sobre la segunda o tercera, escuché algún respingo. Pronto se convirtieron en alternos ronquidos por aquí y por allá, hasta que finalmente yo mismo me sorprendí transponiéndome. Se me caía la cabeza por los lados del respaldo, un bandazo a la derecha, otro a la izquierda, un ligero despertar, de nuevo se cerraban los ojos… Lo último que alcancé a vislumbrar entre sueños proyectado en la pantalla fue el rostro pasmado de Damon, inmutable, porque tres o cuatro veces que medio desperté veía la misma cara, como si la cinta se hubiera detenido entre cabezada y cabezada.

Minutos después, nada; silencio, profundo silencio, antes de que los servicios médicos entraran para sacar uno por uno a todos los espectadores en camilla, inertes. A mí entre ellos.

Ninguno pudimos ver cómo aquella película que comenzara hasta cierto punto con interés se había ido desvaneciendo entre buenas interpretaciones que no contaban nada reseñable, entre un documental de pandemias producido por la OMS y un serial de catástrofes de TV, entre las películas de reparto estelar sobre aeropuertos o virus amenazando pasajeros de tren de los años setenta, y un poco -sólo un poco- del Soderbergh que disecciona personajes de carne hueso. Pero el lastre de los minutos insulsos llenos de tópicos debió pesar demasiado, dados los acontecimientos…

Las autopsias no revelaron gran cosa y los periódicos publicaron el caso de la película que misteriosamente provocó el letal sopor. La revista “Más Allá” sacó un número especial del suceso e Iker Jiménez lo aprovechó para nuevas ediciones de su programa. No obstante, los vigilantes del cine habían apreciado al revisar las grabaciones cómo la dependienta del bar llegaba con una planta que trajo de sus vacaciones en algún lugar de África y la colocaba en la parte trasera del mostrador, junto a la máquina de palomitas. Después se la veía despachar varias bolsas hasta instantes antes de comenzar la sesión. Sin embargo, ni vigilantes ni policía dieron mayor importancia al vídeo de seguridad. Tal vez porque sólo con una buena ampliación de imagen que a nadie se le ocurrió se hubiese apreciado, revoloteando desde una de las hojas de la planta africana hasta la máquina de palomitas, a aquella maldita mosca tse-tse.
Pedro
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