A lo largo de mi vida en mantenido miles de conversaciones con gente dispar, y he escuchado muchas otras tantas que la vida sería maravillosa, si tuvieran dinero, una buena casa o un trabajo bien remunerado y donde te valoraran como persona. También que la vida es maravillosa en América.

Sam Mendes reúne a una serie de personajes con una vida en común y nos demuestra que eso no es del todo correcto. Que la felicidad no depende de cosas materiales. Que uno puede ser enormemente infeliz siendo rico, teniendo una buena casa o un trabajo espectacular. La felicidad es otra cosa y depende de diferentes factores. En principio la familia compuesta por Lester, Carolyn y Jane, da el prototipo de familia ejemplar y feliz. Una bonita casa, los dos trabajando y una familia sin grandes problemas, de puertas para afuera. La realidad es bien distinta. El es un hombre amargado desde hace años, que ha perdido la ilusión por la vida y que es un autómata rutinario, hasta que un día, una amiga de su hija le despierta de ese letargo. Su mujer es una vendedora pésima de casas, obsesionada con lo material y apagada sexualmente, cuyo entusiasmo ha contagiado a su esposo. Y la tercera en discordia, es una hija amargada y avergonzada de sus padres porque es la única que se da cuenta de como son. Si luego a pocos metros de tu casa te encuentras a un chaval, el cual lleva una doble vida para obtener lo que le gusta, mientras obedece a rajatabla todas las órdenes de su estricto padre militar, y todo esto bajo la atenta mirada de su sumisa madre, no mejora la cosa que digamos.

Aún exagerando bastante el status que ocupa dentro de la historia cada personaje, si nos sirve para captar a lo largo de ella, como se quitan el corsé que los tiene atados hace tiempo y van en busca de aquello que les otorgue esa felicidad que anhelan. A uno le da por hacer gimnasia y cambiar de trabajo, a otros por retomar su vida sexual activa, otros por dar a conocer sus secretos más íntimos. De todos aprenderemos algo.

Y si ademas Sam Mendes tiene el don de quitarle ese toque dramático al asunto y suavizarlo con un gran toque de humor, nos dará como resultado una de esas películas que jamás podremos olvidar.

Kevin Spacey soberbio como siempre.