El argentino Andy Muschietti repite en la dirección en este capítulo que completa la famosa historia escrita por Stephen King, y lo hace consiguiendo una película que funciona bien como complemento de la primera entrega, manteniendo el espíritu de aquella película pero si lo logrado en la película anterior.

Han transcurrido 27 años desde los hechos vistos en el capítulo uno, y las desapariciones y hechos violentos han regresado a Derry, Pennywise está de vuelta. Todos los chicos del “club de perdedores” han seguido vida lejos pueblo, excepto Mike (Isaiah Mustafa), quien ha permanecido todo ese tiempo en Derry investigando la manera de matar definitivamente al temible payaso.

Mike contacta a cada uno de sus amigos, quienes han bloqueado sus traumantes recuerdos, para recordarles la vieja promesa que hicieron cuando niños, de regresar a Derry si Pennywise volvía aparecer, así, Bill (James McAvoy), Beverly (Jessica Chastain), Richie (Bill Hader), Eddie (James Ransone), Ben (Jay Ryan) y Stanley (Andy Bean) deberán afrontar sus miedos más profundos y de una vez por todas exterminar al payaso maldito.

Muschietti consigue mantener en este capítulo segundo toda la impronta presente de la primera entrega, que seguirá muy presente gracias a los varios flashbacks que nos traerán de vuelta el elenco infantil, conformando así una película en la que logra capturar toda la camaradería posible del grupo de amigos a pesar del paso de los años, y es ahí donde reside alguno de los varios logros de esta secuela, gracias a su sólido reparto, en el que sobresale por encima de todos el preciso trabajo de Bill Hader, que construye a un complejo y entrañable Richie, robándole los reflectores tanto a Jessica Chastain como a James McAvoy.

Este segundo capítulo es, al igual que el primero, no tanto una película de horror en la que se acumulan sustos de manera gratuita, sino más bien una en la que se crean amenazantes atmósferas en las que cada uno de los amigos deberá enfrentarse a sus miedos más profundos, encarnados en alguna de las varias representaciones del payaso Pennywise, que en esta segunda entrega tiene mucho menos tiempo en pantalla pero que consigue algunos momentos inquietantes y otro par de momentos más sangrientos de lo esperado, aligerados con una buena dosis de humor.

A pesar de su muy larga duración, esta casi no se resiente y le permite a su director lograr un mejor acercamiento a cada uno de sus personajes sin caer en el tedio, volviendo a este segundo capítulo toda una experiencia emocional que logra ser además el complemento perfecto a la primera parte, permitiéndose además algunos cameos de lujo y un par de secuencias que resultan sorpresivamente inquietantes y bien logradas, aunque sin llegar a la altura y profundidad de la entrega anterior.

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