Fastuosa y visualmente espectacular es la nueva película de Baltasar Kormákur, narrando hechos sucedidos en el año 1996 en una de las grandes tragedias del alpinismo en un filme que incluye un elenco multiestelar pero que un rebalse de sensiblería le resta puntos al resultado final.

La película narra la expedición de dos grupos de alpinistas liderados por dos expertos, uno neozelandés (Jason Clarke) y un norteamericano (Jake Gyllenhall), ambos montañistas que han encontrado en el ascenso en grupo al punto más alto del mundo una forma arriesgada de enriquecerse.

El filme muestra a detalle como es la preparación de esa gente dispuesta a pagar bastante dinero y poner en riesgo su vida en un intento de sobreponerse a las dificultades que la naturaleza pudiera ponerles enfrente, hecho que si bien puede funcionar de manera didáctica a quien desconoce del tema, retrasa sobremanera lo que la mayoría del público quiere ver en un filme de estas características.

Si bien el paisaje natural es por demás espectacular, el trabajo en la fotografía de Salvatore Totino consigue mostrar la total imponencia del reto que enfrentan los variados personajes, en una película con muchos nombres bastantes conocidos en personajes poco desarrollados, lo cual resulta un verdadero desperdicio.

Pero los problemas de ‘Everest’ se van presentando conforme avanza el relato ya que además de actores mal aprovechados, la mayoría de los personajes, casi todos unidimensionales en su trazo, se van quedando en el camino (como el que interpreta Gyllenhaal), con muy poco aporte a la historia que se narra, y aunado a esto, las malas decisiones del director de preferir mostrar los momentos sentimentaloides de las familias que están muy lejos de donde sucede la acción, abandonando por largos momentos a sus personajes en lo alto de la montaña.

Así, uno de los estrenos más esperados de la temporada se queda cerca de alcanzar mayores alturas sin poder conseguirlo.

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