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Voto de Fuman2:
8
8,0
19.721
Drama
Frederick Manion (Ben Gazzara), un teniente del ejército, asesina fríamente al presunto violador de su mujer (Lee Remick). Ella contrata como abogado defensor a Paul Biegler (James Stewart), un honrado hombre de leyes. Durante el juicio se reflejarán todo tipo de emociones y pasiones, desde los celos a la rabia. Uno de los dramas judiciales más famosos de la historia del cine. (FILMAFFINITY)
5 de mayo de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estupenda película del género de "juicios", tan abundante en la historia del cine. James Stewart encarna a un abogado en horas bajas que se aviene a defender a un militar acusado de asesinato. Al menos la mitad del largo metraje está dedicado al propio juicio, con todas las posibilidades dramáticas y cómicas que permiten estas situaciones en el cine americano. Stewart se emplea a fondo con todo su capacidad de actor versátil, que lo mismo convence haciendo de vaquero intrépido como de galán o de gracioso. Personalmente le veo mejor en estos dos últimos. Y aquí está genial. El juego entre un juez paternalista e irónico, un jurado al que convencer y la lucha a brazo partido entre defensa y fiscalía da para mucho. Para redondear se cuenta con los característicos: el ayudante borrachín y la secretaría fiel. Y luego está la otra parte: Ben Gazzara, en su papel de marido celoso de rostro imperturbable, y Lee Remick, la casquivana y sexi esposa que pierde su prenda íntima y hace girar sobre su localización media película. Es de imaginar el escándalo que esto pudo producir en 1959. Impagable la escena entre el juez, el fiscal y el abogado para dilucidar como llamar a la dichosa prenda.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Una reflexión: El tratamiento moral dado al marido que mata al violador de su mujer y sale "no culpable" en el juicio, acogiéndose a un "impulso irrefrenable" del que se encuentra un antecedente de 1870. Todo el problema, durante la película, es demostrar que hubo realmente violación. Una vez probado, con la poco consistente prueba de las bragas rasgadas, todo parece resuelto. Nadie se plantea lo desproporcionado del asunto ni el carácter violento del marido, ni el tema de la venganza como ley.