Hay películas que habrían salido más redondas si tal o cual actor se hubiera quedado en casa y hubiera sido sustituído por otro.

Siempre pongo el ejemplo a mis amigos de la gran “Raíces profundas”. ¡Ay si Alan Ladd se hubiera quebrado una pierna en los inicios del rodaje y lo hubiera sustituído Gary Cooper, James Stewart o Henry Fonda! Ahora tendría una puntuación más alta. Y lucharía por el podio del western con las grandes de Ford o de Eastwood. Aquí, el bueno de Van sale mejor parado al no ser el personaje principal.

Pues con este título me ha pasado lo mismo en las dos veces que lo he visionado. Van Heflin debería haberse ido ese año a una de esas expediciones náuticas que tanto solía realizar y haber dejado el papel a otro actor de mayor categoría. Robert Mitchum, por ejemplo.

Porque terminas hasta los testículos de que te estén mostrando una y otra y otra y otra y otra vez la habilidad de Heflin con la moneda pasando de un dedo a otro y viceversa. Parece que es en lo único que sobresale porque no da el pego como galán, ni como héroe, ni como tipo duro. Y no hablemos de Lizabeth Scott, sosa, plana, (¡quisieron venderla como la nueva Lauren Bacall!), ñoña e ida del personaje.

Del resto del reparto destaco a un primerizo Kirk Douglas (creo que fue su primer papel
de cierta importancia).