Desastrosa como película, horripilante como mensaje. No me sorprendente para nada la juventud que estamos criando con el ejemplo educativo que puede suponer "Un papá genial". No nos engañemos, al final no hay una rectificación sino a lo sumo algún parche para que el conjunto no sea tan odioso al espectador. Pero las ideas quedan ahí: deseducar en completa libertad, no mandar sino proponer, dejar que el niño escoja lo que quiera, por supuesto, ni castigos, ni reglas, ni valores, ni principios ni nada remotamente parecido. Un padre que no agobia a los hijos porque se tuercen sino que es un colega suyo. Observad que rápidamente el pequeño se vuelve un salvaje y hasta un tirano que golpea a los amigos de Sonny (Adam Sandler) hasta con un palo. Y estos tienen que callar y aguantarse.

Claro que la culpa en entero es del progenitor postizo, el tal Sonny, un tipo tan miserable y aborrecible, sus trastadas incluyen hasta el robo con asalto, que me ha hecho pensar. Creo que el personaje es un vivo ejemplo del hombre masa moderno, aquel del que hablaba Ortega y Gasset: egoísta, prepotente, grosero, cobarde, narcisista, cómodo, vulgar, preocupado sólo de sí mismo, que se cree más listo que nadie y cuya aspiración es vivir sin supeditarse a moral alguna. Por supuesto, con pasta, que no puede faltar. Lo que diferencia a Sonny es que incluye en este círculo a su hijo al precio de convertirlo en futuro hombre-masa. Por cierto, no se tendrán que reír del niño y hasta marginarlo por raro.

La única virtud de "Un papá genial" es que hay una historia y una banda sonora notable. Por lo demás te irrita tanto como Adam Sandler, que además de pésimo actor, interpreta a unos personajes de lo más vergonzoso. Desde luego, tiene muchas cosas odiosas pero me centro en el trato a las mujeres. Sonny va de progre, ve bien la homosexualidad y hace publicidad de PEPSI, como no, pero tiene la cara de admitir que aunque sea pobre, su novia es rica y puede ser su benefactora. Pero aún es mucho peor el desprecio que siente hacia las Hooters Girls (unas camareras bastante sexys de los restaurantes Hooters), a la rubia la tiene estigmatizada. Para él, son carnaza de usar y evitar. Yo en cambio, estaría orgulloso de que mi chica hubiera trabajado allí. Sois perfectas y dignas del mayor respeto.