Independiente de lo que pensemos de la franquicia de "Toy Story" (1995, 1999, 2010 y 2019, de momento), que en mi caso es directamente malo, este largometraje no funciona, pese al Oscar que se ha llevado a la mejor película de animación y su octavo puesto de entre las más taquilleras del mundo con 1.073 millones de dólares recaudados. Yo en cambio la he encontrado aburrida, repetitiva con su permanente leitmotiv de tener que buscar a alguien, con falta de carisma en sus personajes clave, nada graciosa, rutinaria y embrollada con tantas ideas, que cada una por su lado pues son válidas si estuvieran bien tratadas pero que juntas forman un batiburrillo. No me extraña que a los niños y niñas en general les haya parecido un muermo soporífero. Pero volviendo a esta falta de concreción, esta sensación de que las secuencias se yuxtaponen pero que no se complementan en una única trama se debe a que "Toy Story 4" cuenta con una historia elaborado por ocho personas, cada uno a lo suyo y al final nada. Lo único que me ha gustado son los peluchitos de la feria, el pollito y el conejito, que son monísimos, y la linda "villana", que tiene una buena motivación, aunque su trama tampoco está bien resuelta al no penalizar una tropelía gorda suya.

Con todo, lo que sale peor parada es la idea original de la saga ¿Qué es un juguete en "Toy Story"? Siempre he criticado que sea como una especie de personita que finge permanecer quieto y en silencio cuando nadie lo ve, o hagan que no porque aquí se pasean por toda la ciudad y nadie se cosca, suprimiendo el carácter mágico o sobrenatural. Vuelvo a insistir en la idea que expuse en "Toy Story 3" (2010), que el juguete adquiere la vida y la personalidad que le da el niño mediante el juego de tal forma que cuando prescinde de él se apaga. Porque de lo contrario, todo se vuelve extraordinariamente prosaico, cambiar de dueño o que te dejen olvidado no significa nada, y lo que es peor empezamos a introducir motivaciones humanas que le quitan el sentido al relato. Si al final vas a poner hombres y mujeres pero de plástico, ¿qué más da que sean juguetes, si no me hablas de sus problemas intrínsecos de juguetes? A este paso los veremos pidiendo la independencia de la república de Toyland y montando un sindicato que luche por sus derechos. Por último, odioso el papel de Bo de feminista empoderada, despreciando a Jessie, a la que todos queremos, y todos esos guiños inclusivos feministas-progres, que sí, nos damos cuenta.