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Voto de claquetabitacora:
7
14 de abril de 2016
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película empieza siendo un homenaje a todos aquellos que con su labor y su arduo trabajo han logrado plasmar con viveza y fidelidad los grandes momentos de la Historia. Sin ir más lejos todo comienza con una representación de la Primera Guerra Mundial donde en medio de la batalla se encuentra un cámara filmándolo todo y captando cuanto más material mejor. Pero también es un pequeño homenaje al centrarse en esos pequeños fotógrafos, amateurs y quizás sin tanta fama o prestigio como los consagrados o como los que grabaron su nombre en los grandes acontecimientos que dieron forma a la Historia del mundo pero también tienen razón de ser o como mínimo merecen cierto reconocimiento. Y de eso es lo que trata, en sí, “El Cameraman”. En este caso Keaton es un fotógrafo de la calle quien se gana la vida retratando al viandante por 10 centavos. Nada que pueda hacer de su trabajo algo reseñable o destacable. Y como no podía ser de otra forma en un momento puntual encontrará a la chica de sus sueños. Una frágil, grácil, amable y bella dama anónima que provocará en él desear estar a su lado a toda costa.
Lo gracioso del caso y que todo tiene que ver con el tema central de la trama es que ella trabaja, como no podía ser de otra forma, en la Metro Goldwyn Mayer, en el departamento de noticias como secretaria. Él, completamente enamorado sin remedio, hará todo lo posible por estar a su lado, sea como sea y cueste lo que cueste. Pero una cosa es el interés y las ganas por lograr su objetivo y otra muy distinta las dotes que pueda poseer para demostrarlo y a lo largo del metraje veremos que es un auténtico novato en el arte de la filmación, no así en la vida real como se puede ver en ciertos momentos donde Keaton ejerció la labor de dirección aunque no estuviese acreditado como director. La cuestión no es qué se narra sino cómo y es la sorprendente seriedad a prueba de bombas del personaje frente a las situaciones comunes lo que hace de este largometraje de apenas una hora y pocos minutos algo realmente interesante.
Porque nuestro protagonista es el clásico héroe cotidiano, anónimo, un hombre de a pie que no le importa enfrentarse al brabucón, a la policía y al sistema establecido (Chaplin también lo hacía pero lo suyo era la picaresca y la burla a modo de crítica). Keaton, que aquí se llama Luke Shannon, hará todo lo posible por estar al lado de su nueva amada sin importarle estar sin blanca en más de una ocasión o gastar sus pocos ahorros en una cámara vieja en una casa de empeños por tal de poder estar a su lado. En el mundo del cine silente y sobre todo en los mediometrajes y largometrajes de las leyendas de la comedia slapstick era uno de los recursos más habituales donde el amor estaba por encima de todo sin importar el sacrificio que había que hacer por conseguirlo. En cuanto a guión podemos decir que es un trabajo sencillo a pesar de contar con un giro argumental realmente bueno como es la resolutiva del metraje después de haber conseguido filmar el punto álgido de la pelea en Chinatown. Pero a pesar de esa sencillez puede decirse que es tremendamente eficaz pues en muchos casos los cortos, medios o largos servían como excusa o preludio para dar pie y rienda suelta al slapstick bufo para explotar el don del artista en ese arte.
- Continúa en spoiler -
Lo gracioso del caso y que todo tiene que ver con el tema central de la trama es que ella trabaja, como no podía ser de otra forma, en la Metro Goldwyn Mayer, en el departamento de noticias como secretaria. Él, completamente enamorado sin remedio, hará todo lo posible por estar a su lado, sea como sea y cueste lo que cueste. Pero una cosa es el interés y las ganas por lograr su objetivo y otra muy distinta las dotes que pueda poseer para demostrarlo y a lo largo del metraje veremos que es un auténtico novato en el arte de la filmación, no así en la vida real como se puede ver en ciertos momentos donde Keaton ejerció la labor de dirección aunque no estuviese acreditado como director. La cuestión no es qué se narra sino cómo y es la sorprendente seriedad a prueba de bombas del personaje frente a las situaciones comunes lo que hace de este largometraje de apenas una hora y pocos minutos algo realmente interesante.
Porque nuestro protagonista es el clásico héroe cotidiano, anónimo, un hombre de a pie que no le importa enfrentarse al brabucón, a la policía y al sistema establecido (Chaplin también lo hacía pero lo suyo era la picaresca y la burla a modo de crítica). Keaton, que aquí se llama Luke Shannon, hará todo lo posible por estar al lado de su nueva amada sin importarle estar sin blanca en más de una ocasión o gastar sus pocos ahorros en una cámara vieja en una casa de empeños por tal de poder estar a su lado. En el mundo del cine silente y sobre todo en los mediometrajes y largometrajes de las leyendas de la comedia slapstick era uno de los recursos más habituales donde el amor estaba por encima de todo sin importar el sacrificio que había que hacer por conseguirlo. En cuanto a guión podemos decir que es un trabajo sencillo a pesar de contar con un giro argumental realmente bueno como es la resolutiva del metraje después de haber conseguido filmar el punto álgido de la pelea en Chinatown. Pero a pesar de esa sencillez puede decirse que es tremendamente eficaz pues en muchos casos los cortos, medios o largos servían como excusa o preludio para dar pie y rienda suelta al slapstick bufo para explotar el don del artista en ese arte.
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SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
En este caso Buster Keaton siempre fue pródigo en agilidad y milimétrica exposición de su flexibilidad y control a la hora de recibir golpes, esquivarlos, moverse con soltura y caerse como si fuese lo más sencillo del mundo pero ante todo con una calidad escénica y artística fuera de toda duda o crítica. Porque el valor añadido de él era que su rostro pétreo, inmovible, con la seriedad por bandera y logrando transmitir comedia a través de la ausencia de sonrisa era su mejor baza. De ahí que al carecer de mueca o mohín ante situaciones donde cualquier persona expondría una amplia amalgama de emociones hacía que fuese un logro y un clásico iconográfico. Momentos perfectos como la bajada y subida de las escaleras en plano secuencia junto con la consiguiente carrera (veloz como nunca), la escena del trampolín en la piscina que serviría seguramente de inspiración para casos como el Mr. Bean de Rowan Atkinson, el momento divertido del vestidor o la escena de la ruidosa pelea en Chinatown donde la eficacia de los implicados (añadiéndole esa sensación añeja pero nostálgica tan característica de decorado) hacen que todo en su conjunto sean momentos perfectos dentro de la filmografía del artista y muestras de que no hacía falta tecnología o efectos para plasmar a la perfección algo que sólo lo gestual y lo físico pueden lograr: realismo y cercanía.
Pero si hay algo que destaca por encima de todo es el empleo de un mono como ayudante de situaciones demostrando ser uno de los animales más eficaces del séptimo arte pues su presencia y actuación es arte puro. Sin ir más lejos uno de los momentos culminantes es gracias a él. Y aunque es cierto que quizás los animales ya juegan de por sí con el favor y la empatía absoluta del público aquí puede decirse que hay razón de peso para que el espectador aplauda y disfrute con las tropelías acometidas por el divertido animal. Por lo demás, dejando a un lado este apunte, indicar que Edward Sedgwick junto con Buster Keaton a la dirección consiguen un trabajo realmente plausible que conjuga el humor de alta categoría con los buenos sentimientos enfatizando el honor, el amor y el triunfo, una vez más, del bien sobre el mal. Al igual que también sirve como plasmación de la urbe como elemento común, como lugar de encuentro y como personaje importante donde las aglomeraciones en masa frente a los fenómenos sociales sirven para encumbrar a los famosos del momento pues la película empieza y acaba de la misma forma y en el mismo lugar donde la ciudadanía se junta, cámara al hombro, para ningunear al desconocido (Buster como fotógrafo) y encumbrarlo, ficticiamente, después (Buster como cámara).
Según la Historia, la película permaneció desaparecida por muchos años. Fue muchos años después, en 1991, cuando se encontró una copia casi completa. Un tesoro así no podía quedarse en el olvido, había que darle el trato y honor que se merecía. Se volvió a montar con trozos restantes de una copia de 1968 de ahí que la calidad en algunos fragmentos no fuese del todo buena aunque eso casi es lo de menos si de esta forma se logran recomponer y recuperar productos tan recomendables como este donde la calidad, la cinematografía y el arte están en perfectas condiciones y demostrando porqué Buster Keaton siempre fue considerado uno de los grandes genios imperecederos de la comedia atemporal. Hay que añadir como colofón que durante mucho tiempo la MGM recomendó “El cameraman” como el producto cómico perfecto. Y en parte no le falta razón. Si encima lo comparamos con comedias de medio pelo de los últimos tiempos que poco o nada ofrecen y que intentan considerarse la risa de nuevo cuño (perecedero) para enfatizar aún más la calidad incomparable de un título tan bueno como este hombre pegado a una cámara.
https://claquetadebitacora.wordpress.com/2016/04/14/critica-el-cameraman-edward-sedgwick-buster-keaton-1928-la-comedia-a-traves-del-objetivo/
Pero si hay algo que destaca por encima de todo es el empleo de un mono como ayudante de situaciones demostrando ser uno de los animales más eficaces del séptimo arte pues su presencia y actuación es arte puro. Sin ir más lejos uno de los momentos culminantes es gracias a él. Y aunque es cierto que quizás los animales ya juegan de por sí con el favor y la empatía absoluta del público aquí puede decirse que hay razón de peso para que el espectador aplauda y disfrute con las tropelías acometidas por el divertido animal. Por lo demás, dejando a un lado este apunte, indicar que Edward Sedgwick junto con Buster Keaton a la dirección consiguen un trabajo realmente plausible que conjuga el humor de alta categoría con los buenos sentimientos enfatizando el honor, el amor y el triunfo, una vez más, del bien sobre el mal. Al igual que también sirve como plasmación de la urbe como elemento común, como lugar de encuentro y como personaje importante donde las aglomeraciones en masa frente a los fenómenos sociales sirven para encumbrar a los famosos del momento pues la película empieza y acaba de la misma forma y en el mismo lugar donde la ciudadanía se junta, cámara al hombro, para ningunear al desconocido (Buster como fotógrafo) y encumbrarlo, ficticiamente, después (Buster como cámara).
Según la Historia, la película permaneció desaparecida por muchos años. Fue muchos años después, en 1991, cuando se encontró una copia casi completa. Un tesoro así no podía quedarse en el olvido, había que darle el trato y honor que se merecía. Se volvió a montar con trozos restantes de una copia de 1968 de ahí que la calidad en algunos fragmentos no fuese del todo buena aunque eso casi es lo de menos si de esta forma se logran recomponer y recuperar productos tan recomendables como este donde la calidad, la cinematografía y el arte están en perfectas condiciones y demostrando porqué Buster Keaton siempre fue considerado uno de los grandes genios imperecederos de la comedia atemporal. Hay que añadir como colofón que durante mucho tiempo la MGM recomendó “El cameraman” como el producto cómico perfecto. Y en parte no le falta razón. Si encima lo comparamos con comedias de medio pelo de los últimos tiempos que poco o nada ofrecen y que intentan considerarse la risa de nuevo cuño (perecedero) para enfatizar aún más la calidad incomparable de un título tan bueno como este hombre pegado a una cámara.
https://claquetadebitacora.wordpress.com/2016/04/14/critica-el-cameraman-edward-sedgwick-buster-keaton-1928-la-comedia-a-traves-del-objetivo/