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Voto de claquetabitacora:
5
Animación. Aventuras. Comedia Un año después de los acontecimientos narrados en "Buscando a Nemo", Dory vive apaciblemente con Marlin y su hijo Nemo. Pero durante un viaje para ver cómo las mantarrayas migran de vuelta a casa, los problemas de memoria de Dory parecen desaparecer durante un segundo: recuerda que tiene una familia e inmediatamente decide emprender viaje para reencontrarse con sus padres, a los que perdió hace años. (FILMAFFINITY)
11 de septiembre de 2016
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
[...] Stanton, que ha estado detrás de los títulos más ejemplares de la compañía (“Bichos, una aventura en miniatura” – 1998, “Buscando a Nemo” – 2003, “Wall-E” – 2008), sabía que Dory había calado hondo, no ya sólo por su carácter alegre, desenfadado, despreocupado pero constante, inamovible, amiga de sus amigos y ante todo tenaz sino también porque era una especie de canto a la esperanza de que las enfermedades, en este caso la amnesia, no era un problema ni algo por lo cual estar triste sino asumirlo y sobrellevarlo en la medida de lo posible. Porque si algo transmiten siempre los títulos de Pixar es que hay que luchar, pase lo que pase. Para ello convirtieron el tagline del propio personaje, “Sigue nadando”, en toda una declaración de intenciones. Tanto es así que 13 años después aquí estamos, delante de esta secuela (y aunque no lo parezca también un spin-off) donde colocamos a Dory como la protagonista de la función y dejando a Nemo y Marlin como secundarios [...].

El problema radica en que estamos en una especie de pseudoremake de "Buscando a Nemo" donde, a pesar de algunas diferencias notables, “Buscando a Dory” sigue los pasos, parámetros y logros que ya consiguió en su momento la primera entrega pero podría incluso llegar a verse como la misma historia vista a través de la otra cara del espejo [...]. Es lógico comprender que hay que añadir pequeñas variaciones, un argumento algo distinto para no ser tachada de dejadez y vagancia en las formas (mucho menos en el fondo) pero a poco que uno analice fríamente se da cuenta que por mucho que cuenten con 2 personas al guión, lo que nos cuentan, se quiera o no, es la misma historia sólo que con un valor un tanto más profundo pues aquí la protagonista es un personaje que sufre por culpa de esa pérdida de memoria a corto plazo y que sólo a golpes de flashbacks y repentinos brotes de recuerdos va logrando encontrar lo que anda buscando.

En esta nueva incursión en el fondo marino, donde los peces viven a sus anchas y disfrutan de una simbiosis perfecta, el leitmotiv no es otro que recuperar la estabilidad y paz emocional ante la angustia de no poder estar con los que más quieres, en este caso los padres. Dory se empeñará en utilizar sus vagos recuerdos para seguir las pistas y directrices que le dieron sus padres en su más tierna infancia para así poder volver a estar juntos todos de nuevo. Nadie, en su sano juicio, negará la ternura implícita de los primeros minutos donde la pequeña Dory se convierte, por derecho propio, en uno de los personajes más entrañables y tiernos no sólo de la factoría Pixar sino de la animación en general. Cada uno de los episodios referentes a la infancia son una delicia absoluta admitiendo que son los momentos más recordados de esta entrega. En esos instantes de auténtica felicidad completa donde unos padres entregados le enseñan a su hija a valerse por sí misma a pesar del problema que tiene somos testigos también del sufrimiento que padece por el mismo. La concatenación de sufrimiento y tristeza en la introducción al ir olvidándose no sólo de su familia, de su lugar de origen e incluso de quien es en realidad (atención a cómo la iluminación va apagándose en consonancia con el estado anímico) demuestran que en estos aspectos Pixar sigue siendo la reina absoluta en transmitir las emociones como nadie. Uno siente la soledad, el abandono, la carencia afectiva de los seres que le rodean y cómo es un fiel reflejo de una sociedad individualista que ni sufre ni padece por los demás.

La introducción sirve a su vez como vehículo de conexión con todo lo que conocemos de “Buscando a Nemo” y cierra el episodio de cómo llegaron a encontrarse Marlin con Dory. Una vez nos plantamos en la actualidad ésta se convierte en un trampolín hacia la vida de la protagonista quien, decidida, no duda un instante en ir en busca de lo que más quiere: sus padres. El problema radica en varios aspectos. El primero es que a la vida costumbrista de los primeros minutos le falta estímulo y empaque. Dory es un personaje desdibujado que no logra empatizar ni congraciarse con el resto de secundarios que la rodean. Incluso esa reiteración en su falta de memoria como gag o chiste cómico (voluntario) es redundante y un poco cargante. El segundo error es que, así como la primera parte era una odisea homérica ante las vicisitudes que tiene que sufrir un padre en busca de su hijo, más aún para un pez de ínfimo tamaño, aquí todo va a tiro hecho, casi sin reparar en que la travesía, el viaje, la distancia, es en sí toda una aventura. Aquí no importa o no interesa. De ahí que todo lo que va aconteciendo durante el trayecto es pasto de un montaje tosco y en cierta medida atropellado. Tan sólo hay que ver que la aparición de las tortugas surferas que son más un apunte para los fans de estos personajes que algo que sirva para el guión.

El viaje por la costa californiana se convierte en un suspiro sin nada que ofrecer a excepción del episodio de la medusa gigante que como émulo de las monster movies salva muy bien la papeleta aparte de que la calidad de la animación en movimientos, texturas e iluminación es perfecta. Claro, como indicaba antes, para que no se tome como un “volver a contar lo mismo”, una vez llegamos al Instituto de Biología Marina, lugar donde nació y vivió Dory con sus progenitores, la película irá dejando pequeñas pinceladas de unas intenciones muy concretas: ser una especie de crítica hacia el trato que le damos a los animales aunque las intenciones humanas sean cuidar, proteger y preservar la fauna marina. Todo está expuesto para que se tenga conocimiento de que aún teniendo instalaciones limpias, cuidadas y que los peces reciben un trato adecuado, siguen siendo seres vivos hacinados en recintos cerrados y que quedan desprovistos de la libertad que debieran tener, más aún cuando los convertimos en reclamo y carne de prisión sólo que en jaula de cristal [...].

- continúa en spoiler -
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
claquetabitacora
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