Esta es la 7ª película que veo de John Frankenheimer y mi balance es bastante positivo ya que solo una película ('El pacto de Berlín', a la que la puntué con un 5 raspado) me ha decepcionado ligeramente. El resto me han gustado, y esta 'Siete días de mayo' no es la excepción.

La historia del caballo de Troya sirve perfectamente para explicar lo que es esta película, una historia que no es un disparate que se de en la vida real (por que así somos el ser humano a veces, egoístas y ambiciosos) en el que los mayores enemigos de un país no están fuera sino dentro, incluso dentro del mismo edificio. Y para una historia así, Frankenheimer se sirve de cuatro grandes nombres del celuloide estadounidense: Kirk Douglas, Burt Lancaster, Ava Gardner y Fredric March, sin menospreciar a Edmond O'Brien como Ray Clark.

En este caso hay una baraja ganadora y la partida la gana por argumentos. Argumentos que no se ven a simple vista, ya que la película es una sucesión de diálogos y algunas situaciones tensas sin muchos alardes, mas es evidente que las interpretaciones de los actores mencionados, si bien eché de menos más minutos para Ava Gardner, el guion que desde el primer minuto está jugando la partida y un manejo del ritmo narrativo en el que no hay apenas bajones hacen que los siete días de mayo parezcan que han transcurrido en un día o medio día.

Y también es una lección en la que la enseñanza es que el mayor enemigo de la libertad y la democracia puede no ser alguien que piense distinto a ti y se vea venir, sino que alguien a quien crees conocer bien y ser de fiar esconda una doble cara y unas intenciones que hagan peligrar incluso la vida en el planeta sin necesidad de Coronavirus. No estaría mal que cualquier persona con un trabajo de responsabilidad en las altas esferas viese este filme.