Vale, ¿soy yo o cada vez se está volviendo un tema más y más recurrente lo de la venganza como trama desveladora? No estoy poniendo en tela de juicio a este tipo de películas, de hecho me gustan. Sin embargo, es un refrito bastante repetitivo en los últimos tiempos. Lo digo porque podrían ofrecer un poco más de variedad y originalidad, porque los medios se ha demostrado que los tienen.

En cuanto a la historia, el personaje del guardia (Javier Gutiérrez), pasa de ser un mindundi de 3 al 4 durante toda la película hasta luchar de tú a tú contra su antagonista Miguel y casi derrotarle. Sí, ese mismo Miguel que tan solo dos horas antes, se había cargado a tres policías, quemado a dos presos, matado al amigo del rubito enterrándolo vivo, así como tratar de asesinar a todos los presos ahogándolos en un río, en fin, un angelito,

Otra cosa que me llama la atención del protagonista es la evolución tan drástica que sufre en tan solo un par de minutos tras escuchar la historia personal de Miguel. Me explico, éste personaje se pasa toda la película pregonando que si hay que respetar la ley, que si la ley no funciona así, que todo se debe de hacer por la ley, etc. Y de repente se salta la ley de un plumazo volándole la mano al rubio malote. Incoherencia total.

¿Acaso el protagonista llegó a la conclusión de que debía de tomarse la justicia por su mano?.¿ Para eso se pasa toda la película defendiendo la ley? Lo siento, ese final no me convence. Cómo el mismo decía, así no funciona la ley...

También me parece irrisorio el momento en el que Miguel empieza a disparar desde una ventana al rubito, y este se esconde detrás de un muro. Yo me pregunto ¿Por qué no ha echado a correr si tenía todo el camino libre?. Lo confieso que me ha dejado un poco desubicado.

Por el resto está bien, entretiene. Me hizo gracia la muerte del cubano atravesado con ese tornillo, tan triste como necesaria por el dolor de cabeza que producía oírle hablar.

Nota: 5,9/10