En los noventa, la obra maestra de David Fincher fue la precursora de un buen número de producciones, donde instruidos homicidas cometían sus crímenes de la manera más complicada posible. Zodiac del mismo Fincher o El Coleccionista de Amantes, donde también aparece Freeman, son sólo algunos ejemplos de ello. Sin ser malas películas, ninguna tuvo la fuerza visual y el éxito en taquilla de Seven. El realizador adaptó de forma sublime, el potente guion de Andrew Kevin Walker y reflejó la mayoría de matices que el guionista consideraba imprescindibles para ambientar la producción. Una ciudad sucia, contaminada y siempre lluviosa. Donde la apática muchedumbre se mueve de arriba abajo, sin prestar la más mínima atención a sus vecinos. El caldo de cultivo perfecto para que un psicópata trastornado, desarrolle su actividad sin el impedimento de nadie.

Aquí reside uno de los puntos fuertes de Seven. Un guion eficaz que no deja nada al azar, nada pasa porque sí y donde la sorpresa se encuentra detrás de cada secuencia. Un ejercicio de narrativa contundente plasmado de forma perturbadora en la pantalla e interpretado sugestivamente por un elenco de estrellas decididas a convencer con su trabajo. Es muy destacable el trabajo de Morgan Freeman que sin ser uno de sus mejores papeles, le otorga a su personaje ese tipo de interpretación tan natural en él. También Brad Pitt se muestra muy convencido en su papel de coprotagonista. Cada uno con su estilo se complementan a la perfección. Además Gwyneth Paltrow y Kevin Spacey, imprescindibles para el transcurso de la trama, aprovechan cada minuto que aparecen para dar a sus personajes, una oportuna interpretación.

Dos detectives tan opuestos como la cara y la cruz, suman esfuerzos para enfrentarse al mayor reto de sus vidas. Detener al asesino en serie más inteligente y calculador que jamás hayan conocido. Un verdugo obsesionado con la palabra de Dios y los siete pecados capitales.

Toda la cinta está orientada a crear una atmosfera opresiva y decadente, donde la maestría en el dominio de la técnica de claroscuros, hace de la fotografía del genial Darius Khondji una autentica obra de arte. Considerada por público y crítica como una de las mejores películas de la historia del cine. Por méritos propios, Seven se ha hecho un merecido espacio dentro de la memoria de los espectadores.

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