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Argentina Argentina · Ciudad Autónoma de Buenos Aires
Voto de El Golo Cine:
7
Drama Después de defender los derechos de los ciudadanos negros en Sudáfrica, Mahatma Gandhi, considerando que también los hindúes son ciudadanos de segunda clase en su propia tierra, los incita a sublevarse contra el Imperio Británico mediante la doctrina de la no-violencia y la desobediencia civil, liderando el movimiento que llevó a la India, hasta entonces una colonia, a independizarse de los británicos en los años 40. (FILMAFFINITY)
15 de septiembre de 2021
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Gandhi (1982), que recrea la vida del líder político indio, busca en sus tres horas de duración componer la esencia y el aura de un personaje central del siglo XX. Se trata de una producción gigantesca dirigida por Richard Attenborough. Ben Kingsley en un trabajo actoral que apuesta por la mímesis.

Por Nicolás Bianchi

Mohandas K. Gandhi vivió el cambio de siglo, las dos guerras mundiales y llegó a entrever el proceso de descolonización que se propulsó con la independencia de la India, causa a la que dedicó su vida. Ante una vida de tanta densidad histórica el objetivo de la película que fue premiada con el Oscar se establece mediante un texto antes del comienzo de la primera escena en el que se asegura que lo que se busca es ‘encontrar el camino al corazón de un hombre’.

Desde un comienzo, luego de hecha la advertencia, queda claro que la figura del protagonista ocupará el lugar central en el film por sobre el desarrollo histórico de los acontecimientos. Gandhi no busca dar una versión del proceso de independencia de la India sino simplemente una posible interpretación de la obra, mentalidad y esencia de uno de sus principales mentores.

En principio se pueden identificar tres grandes bloques en la colosal y épica película de Attenborough. En el primero Gandhi de alguna manera descubre el racismo y la injusticia que se vive dentro del Imperio Británico en Sudáfrica. Es discriminado y encarcelado mientras despunta sus métodos no violentos de resistencia. En el segundo segmento, ya de vuelta en su país, comienza su campaña política pacífica por la independencia india.

El film marca un quiebre a partir de la masacre de Amritsar, sucedida en 1919, en la que el militar británico Reginald Dyer (Edward Fox) ordenó disparar contra una multitud en una reunión política, produciendo miles de muertes. A partir de entonces Gandhi se radicaliza en sus métodos y sus formas. El film lo presenta cada vez más despojado y austero en sus diálogos, mientras que incorpora al ayuno como un método de expresión política.

En todo momento Gandhi es un film de palacio, de elites. No se desarrolla ningún personaje que no sea del círculo íntimo del protagonista, un líder político del Congreso Indio o un alto mando del gobierno británico. Se incorporan algunos personajes, como un periodista interpretado por Martin Sheen o un cura católico (Ian Charleson), que le sirven a la narración para indagar e interpretar a la figura de Gandhi. Por más que la película sea sumamente crítica con el accionar del Imperio Británico se trata de una mirada netamente occidental.

Kingsley realizó aquí un trabajo actoral que marcó su carrera. Más allá del parecido físico acentuado por el vestuario y el maquillaje, el intérprete posa y busca recrear la figura de Gandhi, desde su manera de hablar hasta la forma en la que yace acostado sobre una alfombra o camina. En contraste con la vida despojada del hombre que retrata, la película es colosal y fastuosa. Se presentan escenas con cientos de extras y la recreación de los escenarios recuerda a la época dorada de Hollywood de los años 50 (cuando se produjo Ben Hur, por ejemplo).

Se puede intuir cierto paralelo entre el tamaño de la obra (en cuanto producción, fotografía, extras, maquillaje, vestuario y demás cuestiones) y la vida del personaje que busca retratar. Como si un film de una hora y media no pudiera hacer justicia al personaje que fue Gandhi, central en la historia del siglo XX, como otros contemporáneos suyos (en algún momento del film se plantea el contraste con Hitler).

Un dilema que enfrenta la película es que para retratar a un hombre, por más excepcional que sea, sus poco más de tres horas sobran pero para dar cuenta de la historia de la independencia de la India no alcanzan. Es así que los personajes de Jinnah (Alyque Padamsee), luego primer líder de Paquistán, y Nehru (Roshan Seth), aparecen algo desdibujados.

Por último, si bien la composición de Kingsley es vibrante, tanto como el entorno que la película crea para el personaje, se registra un abuso de las frases de señalador que se popularizaron a partir de la figura de Ghandi. Lo de ‘ojo por ojo deja al mundo ciego’ se repite hasta el hartazgo, cuando se trata más de una ocurrencia discursiva que de una oración que logre cierta profundidad y sirva para retratar al personaje. En los silencios, las muecas y las poses está lo más parecido al ‘corazón del hombre’ que el film se había planteado encontrar.

Está disponible en iTunes y también se consigue online. Contacto: [email protected].
El Golo Cine
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