18 años han pasado desde que aquella niña de tus ojos arrasase entre crítica y público conquistándonos a muchos y haciéndonos quedar con ganas de más... Quizás por el exceso de intervalo entre las dos entregas o quizás por un injusto boicot, esta segunda parte que tanto prometía, ha pinchado en la taquilla. Y me sorprende mucho, puesto que aunque el desarrollo y ritmo de la historia sean mucho más irregulares que en la primera entrega. No cabe duda que estamos ante una gran película, CINE con mayúsculas donde un reparto coral extraordinario y de primer nivel componen personajes perfectamente construidos. Fernando Trueba ha sabido darle nuevamente su momento de lucidez a cada personaje sin descuidar ninguno y acompañándolos con nuevas caras como las de Darín, Cámara o Ana Belén que se integran a la perfección entre estos exuberantes personajes ya míticos y capitaneados por una inmensa Penélope Cruz. Esta Macarena resulta ahora menos fresca, pero más segura de sí misma y exagera su acento como así lo hacían las estrellas patrias de la época... Más guapa que nunca, Penélope se mueve como pez en el agua por unos impresionantes decorados y luciendo espléndida con un vestuario digno de las superproducciones de antaño.
Trueba rinde su particular homenaje a los cómicos de aquella España sombría, todos inmersos dentro del set de rodaje de una caótica superproducción hollywoodiense. Sus exageradas anécdotas nos vuelven a divertir, pero siempre con ese punto agridulce, que hace que estos divertidos personajes llenos de vida, se vean nuevamente lastrados por la desesperanza de un contexto histórico que los oprime.
La Reina de España no obstante, peca en sus excesos y en la repetición de situaciones demasiado parecidas a las de su predecesora. Si pretendemos comparar ambas, está claro que en esta entrega se pierde ritmo y originalidad, pero volvemos a toparnos con buen cine, ese que deja un buen poso y nos hace reflexionar.
Aunque analizando los datos comerciales de ambas películas, está claro que reflexionar con nuestra historia suele ser más arriesgado que cuando lo hacemos con una Alemania nazi que se nos hacía más ajena, aquella era otra historia...