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España España · Un lugar de La Mancha
Voto de CarlosDL:
7
Drama Un joven homosexual veinteañero de Texas que todavía no ha salido del armario, Adrian (Cory Michael Smith), regresa a casa por vacaciones de Navidad por primera vez en varios años. Allí se dará cuenta de que le cuesta mucho revelar sus circunstancias a su conservadora familia... Inspirada en el corto homónimo del propio director. (FILMAFFINITY)
6 de junio de 2020
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay títulos de corte independiente por los que es mejor apostar sin tener grandes referencias de ellos, conocer su sinopsis o haber leído opiniones ajenas. Por ello, a pesar de que las siguientes líneas no intentarán desgranar todo el contenido de la película, quizás sea mejor que vuelvas a este texto tras haber disfrutado del metraje de 1985 (2018), si aún no lo has hecho. En mi caso, fue una suerte cruzarme con ella en la oferta reciente de Filmin, quedar cautivado por su ecléctico cartel y un título tan indefinido, a la vez que conciso. En el desarrollo de la película descubriremos que en ella todo avanza del mismo modo, desde la contención, los detalles y la agudeza narrativa. En ella, su textura la convierte en una pieza muy concreta, fácilmente reivindicable.

Un simple saludo en el aeropuerto, el distanciamiento como marca de relación fragmentada, corrupta por un pasado aún incierto, dejan paso a una lánguida llegada a casa. Esperan su madre, otrora confidente, ora cuasi desconocida; su hermano pequeño, desconfiado, lejano; la ternura de su perro, animal de compañía siempre fiel, siempre iluso, carente de rencor. En los márgenes de lo aparente encontramos la realidad de Adrian (Cory Michael Smith), subyacente en cada uno de sus muecas, sus silencios abrazando lamentos internos, sus reacciones al ultra-catolicismo de la comunidad o el comportamiento hastío, a la par que vehemente, de un padre intentando modelar su hijo menor al considerarlo blando por su interés en el arte, en lugar de los deportes. Para él, es bastante con haber “fallado” educando a su primer hijo, no podría perdonarse que el pequeño se desvíe del mismo modo.

Su director, Yen Tan, expande en la película la historia que comenzó a sembrar con su corto homónimo unos años antes. Lo hace desarrollando un guion que trata de mostrar con rigor los sentimientos de sus personajes, su identidad, desde el subtexto. El estilo queda completo al generar una atmósfera claustrofóbica escogiendo planos cerrados, movimientos mínimos y cercanos de cámara, además de una fotografía granulada monocromática conscientemente subexpuesta, a la vez que fuertemente contrastada. El único respiro que nos queda son los momentos de afecto y humanidad que se despliegan de forma natural. Las fronteras se deshacen en pro del entendimiento en una época que venía marcada por doctrinas previas de odio y rechazo. Lo diferente se abraza ahora como esencial, la redención se resuelve en la mirada propia, y el desenlace nos regala un sendero de momentos agridulces que fácilmente humedecen nuestros lagrimales, dando un pinchacito en nuestro interior, mientras dibuja una mueca de sincera empatía en nuestras sonrisas.

Colaboración en RedrumCine.com
CarlosDL
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