El cine de terror y/o fantástico nunca parte en igualdad de condiciones respecto a otros géneros. La verosimilitud de su trama argumental suele quedar en entredicho a las primeras de cambio y ese inevitable handicap es el que deben resolver guionista y director para que el fruto de su respectivo trabajo sea, como poco, correcto.

Lamentablemente, esa predisposición no siempre se materializa. Películas como “Los abandonados” evidencian que cuando lo que se cuenta y cómo se cuenta se sostiene con alfileres resulta muy complicado parecer convincente.

La consecuencia inmediata en estas circunstancias suele traducirse en cierta pérdida de interés inicial que, probablemente, irá derivando hacia una ineludible sensación de tomadura de pelo. Dicha sensación -si nadie lo remedia- desembocará, a su vez, a un peligrosísimo estado de indignación permanente. Llegados a este extremo, la peli estará definitivamente sentenciada a obtener una, dos o tres estrellitas. Dependerá de la sensibilidad de cada uno.

Yo le he otorgado una porque la secuencia en la que esos enormes jabalíes devoran a Nikolai tiene todos los visos de pretender ser una especie de metáfora subliminal mediante la que Cerdà simboliza hacer su trabajo como quien da de comer a los cerdos. Dispensándole a la inteligencia del espectador un trato absolutamente vejatorio.

¿Susceptible? Tal vez. Gilipollas, no.