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Polonia Polonia · Terrassa
Voto de Taylor:
7
Thriller. Drama En 1980, en la frontera de Texas, cerca de río Grande, Llewelyn Moss (Josh Brolin), un cazador de antílopes, descubre a unos hombres acribillados a balazos, un cargamento de heroína y dos millones de dólares en efectivo. (FILMAFFINITY)
17 de febrero de 2008
44 de 59 usuarios han encontrado esta crítica útil
Notoria decepción la mía. Tal vez mi nivel de exigencia con los hermanos Coen sea excesivo... Tal vez mi humilde intelecto no ha sabido codificar la quintaesencia de esta historia... Quién sabe!.

El caso es que salí del cine mosqueadillo y deshinchado al mismo tiempo. Con cierta sensación de gatillazo cinéfilo. Cinéfilo, he dicho. Vamos a ver.

El ritmo reposado de la peli podría obtener excelentes resultados si, tratándose como se trata de un thriller, los Coen pretendieran exasperar al espectador. Inquietarle. El problema sobreviene cuando la parsimonia roza peligrosamente el tedio. Y “No es país para viejos” abusa, a mi entender, de ese cadencia impávida. Su clima frío y seco tampoco contribuye precisamente a mantener la atención. Cierto es que Joel y Ethan descargan sus fogonazos de acción y violencia en el momento adecuado, pero el hilo argumental es algo vago y acaba dejando demasiados cabos sueltos. Además, el triángulo protagonista no acaba de armonizar del todo.

Javier Bardem borda su papel de sociópata, pero su horrenda declamación desvirtúa considerablemente el impacto de su diabólica imagen. Pese a todo, no estimo exagerado aventurar que Anton Chigurh está predestinado a convertirse en un dignísimo sucesor de Hannibal Lecter. Josh Brolin, por su parte, demuestra porque cada día que pasa su cartel crece como la espuma. Eso no quita que, en esta ocasión, la interrelación de su personaje con los demás resulte casi inexistente. Tommy Lee Jones completa este atípico triunvirato interpretando a un sheriff demasiado viejo, demasiado cansado y, lo que es peor, demasiado insulso.

Imagino que mi opinión suscitará indignación y animosidad generalizada. Lo siento. Me sentiría hipócrita dorándoles la píldora a los hermanitos cuando yo soy el primero en esperar mucho más de ellos. Aunque, pensándolo bien, un siete no es tan terrible. La escultórica puesta en escena de los cadáveres; el crudo tratamiento de la violencia y el nacimiento de un nuevo mito -santo y seña de la maldad más apocalíptica- merecen sobradamente dicho guarismo.
Taylor
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