Parece que Stephen Dorff está dispuesto a no tocar fondo y, no contento con el mastertruño de la semana pasada (“Plan Imperfecto”), ha decidido deleitarnos con otra patochada. Pues nada, nada… mientras Filmaffinity no imponga restricciones de espacio, aquí seguiremos llamando al pan, pan y al truño, truño. Además, en esta ocasión, su rollizo coleguita Val Kilmer (o un tío que se ha comido a Val Kilmer) le acompaña en su paseo por el lado patético de la decadencia.

Sólo existen tres maneras de ver “Criminal” sin cambiar de canal: a) amputándose la mano, b) poner la película justo después de la gala de lo Goya y c) ver la película después de haber intentado ver “El milagro de P.Tinto”. En mi caso, es la opción c lo que hace que le ponga un 3 y la salve del saco de los truños. De este modo, vista con ojos benevolentes, “Criminal” es tan sólo una película barata con mejores intenciones que resultados.

La estética es de cine independiente (cámara cutre en mano, con temblequeos y desenfoques) y, durante un rato, parece querer ser una crítica del sistema judicial americano que deja tener armas y disparar a lo que sea con casi total impunidad, pero castiga severamente a la gente que se defiende en su casa a hostia limpia. Lo malo es que a los quince minutos, cualquiera se da cuenta de que la apariencia cutre no es apariencia: es que o está hecha con cuatro miserables duros o es que las nóminas de Dorff y Kilmer no dejaron pasta para cosas tan elementales como cámaras en condiciones y guionistas serios. Y eso por no hablar de la delirante deriva del guión en el minuto treinta hacia películas de peleas carcelarias organizadas ya vistas con Van Damme o Dolf Lundgren que convierten en ridículas las buenas intenciones iniciales.

En fin. Una ridiculez… pero como digo hay peores. O eso, o que me pilla de buenas.