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España España · Barcelona
Voto de Unadeindios:
4
Aventuras. Acción Inglaterra, siglo XIII. Robin Longstride (Russell Crowe), un magnífico arquero que ha luchado en las Cruzadas al servicio del rey Ricardo Corazón de León (Danny Huston), vuelve de Tierra Santa luchando contra los franceses y saqueando poblados. Cuando Ricardo muere alcanzado por una flecha, Robin se traslada a Nottingham para cumplir una promesa que hizo a Sir Robert Loxley (Douglas Hodge) antes de morir: llevar su espada a su padre, ... [+]
19 de marzo de 2013
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película, como cualquier otra, tiene defectos y virtudes, y aunque los primeros sean al menos tan importantes como las segundas, hay que analizar unos y otras con ecuanimidad.
Su primera virtud es la calidad de la imagen y la fotografía, algo a lo que Ridley Scott nos tiene acostumbrados y que conforme pasa el tiempo -y la película- se va convirtiendo en su única virtud. La elección de los escenarios naturales y una dosis considerable de realismo histórico intentan hacer de la historia contada un fiel reflejo de una época y de unos acontecimientos. Poco que objetar en ese punto, pero el problema es que exactamente aquí se acaban las virtudes de la película. Porque ésta tiene tres defectos esenciales, y el principal es el guión. Incapaz de construir una sola trama mínimamente sólida y consistente, capaz de aguantar ella sola cien minutos de película, se dedica a manejar varias subtramas distintas con sus respectivas intrigas que intentan converger en un sólo entramado argumental. La hilvanación y conjunción de estas subtramas se hace de manera precipitada, inconsistente y con un escasísimo sentido de la credibilidad y la coherencia. No hay una sola intriga o un solo hilo argumental sólido, sino varios, que el guionista no sabe mezclar y conjuntar adecuadamente y con un mínimo sentido de la credibilidad y la coherencia. Los diversos frentes de acción, si al final convergen entre si, parece que sea más bien por casualidad y de forma infantil y casi ridícula.
El segundo defecto es que Ridley Scott, que siempre ha sido un pésimo director de actores, es incapaz de dotar de individualidad a sus personajes, algo imprescindible para sustentar cualquier trama, y más una trama como esta, tan deshilachada y con una coherencia que roza el ridículo. Los personajes parecen meros objetos que deambulan delante de la pantalla incapaces de aportar calidez ni fluidez a una historia que pierde ritmo a cada minuto que pasa.
El tercer defecto es un metraje excesivo, plúmbeo, elefantiásico, totalmente innecesario para exponer la historia -en realidad las distintas subhistorias mal hilvanadas- que conforman esta película. Porque a medida que transcurre el tiempo y van yuxtaponiéndose las tramas -y ése es el problema fundamental: sólo se yuxtaponen, no se imbrican entre si con coherencia-, el devenir de la película va haciéndose más caótico y más inconsistente, con pesonajes anodinos que se limitan a amontonarse en la pantalla sin desprender el más mínimo atisbo de individualidad o calidez, con lo que la historia que se narra a través de ellos se impregna de los mismos defectos: es fría, inconsistente, casi arbitraria, sin tensión ni ritmo narrativo. Una mera sucesión de imágenes -eso sí, muy bien filmadas-, frías y sin carácter, que intentan conformar una historia tan fría y privada de carácter como ellas. Y eso que algunos actores -como Mark Strong o William Hurt- logran aportar actuaciones nada desdeñables, probablemente para disgusto del director.
Unadeindios
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