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Voto de Felipe Larrea:
8
Acción. Bélico. Aventuras. Fantástico Adaptación del cómic de Frank Miller (autor del cómic 'Sin City') sobre la famosa batalla de las Termópilas (480 a.C.). El objetivo de Jerjes, emperador de Persia, era la conquista de Grecia, lo que desencadenó las Guerras Médicas. Dada la gravedad de la situación, el rey Leónidas de Esparta (Gerard Butler) y 300 espartanos se enfrentaron a un ejército persa que era inmensamente superior. (FILMAFFINITY)
27 de septiembre de 2010
11 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Por qué “300” o “Braveheart” gustan a casi todo el mundo, excepto a los entendidos de siempre? Porque el espectador puede encajar perfectamente su ideología en la construcción dramática de la película.

Atiéndase al hecho de que pese a que Mel Gibson suele ser etiquetado como cerdo machista, ultraconservador y megavillano por los progres, su icónica película es una de las preferidas de los nacionalistas, por el supuesto paralelismo Inglaterra-Escocia y Estado español-Euskal Herria. Sin embargo, no es difícil intercambiar a William Wallace por los amenazados por ETA y a los ingleses por los nacionalistas.

“300” se puede interpretar de esas dos maneras o de una nueva según la cual los espartanos son occidentales y los persas musulmanes, lo cual la convierte en una intolerable muestra de prepotencia yanqui para los buenrrollistas y en un oasis de incorrección política para los derechistas.

Es la magia de Hollywood, ofrecer productos universales que pueden ser una cosa y su contrario al mismo tiempo. El súmmun lo representa “Avatar”, el despliegue técnico más avanzado de la historia, paradójicamente consagrado a la defensa de los pueblos indígenas. Para unos una imperialista máquina de hacer dólares y para otros un manifiesto antiglobalización.

Interpretaciones erradas todas ellas, porque lo que Zack Snyder quería reflejar en el fondo de su corazón es al Barça y al Madrid. Las similitudes no se reducen a que el fútbol represente simbólicamente la guerra, como todo buen aficionado sabe. Veámoslo en detalle:

El Barça tira de su cantera, a la que aplica un riguroso método de formación y entrenamiento desde la niñez en una Masía parecida a Esparta. Sus jugadores interiorizan valores como la humildad, el sacrificio y el trabajo en equipo, dando lugar a un estilo de juego brillante que mima la esencia del deporte rey: jugar para disfrutar, para hacer disfrutar y para ganar, un ideario que comparten Leónidas y Guardiola por igual. Jerjes y su ejército de cien naciones son, evidentemente, Florentino y sus millones: comparten el aura de falsa divinidad y la falta de planificación estratégica; las pintas de drag queen se corresponden con la eterna soberbia y escasa categoría de un tipo al que el fútbol es lo que menos le interesa del fútbol, aunque también pueden señalar a la frivolidad y chulería de Beckham o Cristiano.

Alguno dirá, “pero si al final a Leónidas le dan pa’l pelo”. Pues sí, y puede que el impresentable de Mourinho acabe ganando la liga, pero los libros de historia recordarán la gloria de un equipo irrepetible frente a una suma de individualidades que nunca emocionaron a nadie. Si un personajillo tan cutre como Laporta y un señor tan elegante como Pellegrini ya no pertenecen a estos equipos es que ambos clubes quieren enrrocarse en sus posiciones ideológicas aún más. Razones todas ellas por las que Guardiola gusta de utilizar las imágenes de este tipo películas para motivar a sus jugadores.
Felipe Larrea
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