"La trinchera infinita" es una de esas películas que te llegan al corazón, que te duelen y que te hacen sentir. Sentir lo que padecen las víctimas de la guerra, de las injusticias sociales, de los maltratos de la vida. Los verdaderos sufridores.
Dirigida por Jon Garaño, Aitor Arregi y José Mari Goenaga- cineastas vascos responsables de las estupendas Loreak y Handía- "La trinchera infinita" está basada en hechos reales y nos cuenta la vida de Higinio, uno de aquellos topos (personas perseguidas por motivos políticos que pasaban décadas escondidos huyendo de ser encarcelados o asesinados) que estuvieron encerrados desde el estallido de la Guerra Civil hasta 1969, año en el que el dictador Franco firmó la ley de Amnistía con la que declaraba la prescripción de todos los delitos cometidos con anterioridad al 1 de abril de 1939.
Con unas sobresalientes interpretaciones - Antonio de la Torre y Belén Cuesta están que se salen, imagino que ganarán por lo menos un Goya a la Mejor interpretación- y una excelente fotografía que te arrastra hasta sentir el agobio y la claustrofobia que viven los protagonistas, "La trinchera infinita" es una de las cintas más brillantes que he visto en las últimas semanas. Galardonada con 4 premios en el último Festival de San Sebastián (entre ellos Concha de plata a la mejor dirección y al Mejor Guion) y con el Premio Feroz Zinemaldia 2019, que otorga la prensa especializada, es un largometraje que no te puedes perder.