Escolta, Jaume, no vamos bien. O sea, te montas una peli de crímenes en un avión que tiene tanta intriga como Pulgarcito, con unos personajes estereotipados y más planos que la llanura de Nazca, con un actor que a los 60 se ha reconvertido en héroe de acción (le sentó muy mal lo de Natasha, y no hay para menos), dejando atrás un pasado de intérprete inquieto, acompañado de esa moza de hermoso felpudo rojito que tantas buenas películas e interpretaciones nos ha deparado, aquí más despistada que un pulpo en un garaje, les obligas a ligar de una forma que haría sonrojar a un guionista primerizo y, en fin, ya sé que los beneficios han doblado el presupuesto inicial, de forma que continuarás trabajando tan ricamente en Hollywood, de lo cual me alegro, pero hay una cosa llamada guión que hay que mimar y cuidar, de lo contrario te puedes estrellar mucho antes de que concluya el metraje. Y hablando de estrellarse, debo agradecerte que, temeroso de volar como soy, me hayas explicado que no hay nada que temer, que puedes disparar dentro de un avión y no pasa nada, y que si te ponen una bomba, corres a la parte de atrás, la dejas bien escondidita, sales pitando adelante, el avión aterriza como puede y la explosión no mata a nadie, y todos son felices y comen perdices... No me jodas, Jaume. Ya sé que estás rodando otra con Liam. Revisa el guión, porfa, y no nos des estos disgustos. De momento, Non-Stop es un fiasco.