Fuller dirige dos películas seguidas sobre la guerra de Corea: Casco de acero y ésta que nos ocupa. En realidad, podría ser cualquier guerra. Al viejo cascarrabias le importa un pimiento el motivo de que haya estallado un conflicto bélico en aquel remoto país asiático. Como periodista antes que cineasta, desea retratar con verismo la actitud de los hombres ante la guerra, la angustia de la espera, el temor a morir en cualquier momento, el ansia de sobrevivir. Que nadie busque en A bayoneta calada un gran espectáculo bélico. El presupuesto es ajustado, los F/X baratitos, y la acción mínima. Lo que cuenta es la radiografía de los personajes, sus procesos psicológicos, la tragedia del desdichado homínido arrojado a los leones sin quererlo ni beberlo. En este sentido, Fuller nos da exactamente lo que se espera de él: hora y media de tensión y nerviosismo. Con una perfecta fotografía en B/N del gran Lucien Ballard, y el concurso de una pléyade de actores secundarios de ésos que han hecho grande el cine estadounidense (Gene Evans es el eslabón que relaciona Casco de acero con A bayoneta calada), Samuel Fuller nos lleva a su terreno y nos explica sin grandes alharacas la mierda de la guerra., ya sea en Corea o en Pernambuco. Siempre es exactamente igual a sí misma en su horror. Para cinéfilos, destacar que aparece por primera vez en pantalla James Dean. A ver si lo localizáis. Tiene frase y todo.