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España España · Barcelona
Voto de Eduardo:
6
Bélico. Aventuras A finales del siglo XIX, en la colonia española de Filipinas, un destacamento español fue sitiado en el pueblo de Baler, en la isla filipina de Luzón, por insurrectos filipinos revolucionarios, durante 337 días. En diciembre de 1898, con la firma del Tratado de París entre España y Estados Unidos, se ponía fin formalmente a la guerra entre ambos países y España cedía la soberanía sobre Filipinas a Estados Unidos. Debido a esto, los ... [+]
1 de febrero de 2019
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
En 1945, en lo más crudo del crudo invierno de la posguerra y la dictadura, Antonio Román dirigió una película todavía mítica a instancias de Franco, que deseaba pasar página de su complicidad con el Eje durante la Segunda Guerra Mundial. Los últimos de Filipinas era una exaltación en toda regla del espíritu castrense, el patriotismo más rancio y ceñudo, el imperialismo "protector" y la virilidad sin complejos. El sufrido pueblo español, hundido en la miseria y el desánimo (salvo los de siempre), acudió en masa a ver una película que hablaba de derrotas triunfales, hazañas bélicas sin cuento y tiempos gloriosos (salvo para los que la palmaron). El reparto congregaba a un buen puñado de los machos alfa del momento: Armando Calvo, José Nieto, Fernando Rey, Conrado San Martín. Sólo faltaba la elegíaca canción "Yo te diré" para redondear la jugada.
Los tiempos cambian. 70 años después, el televisivo Salvador Calvo realiza una superproducción, para los estándares españoles, con el mismo tema, si bien desde una perspectiva muy diferente. El remake se ajusta más a la realidad, y el guión ahonda en la vertiente pacifista, antimilitarista y antiimperialista para narrar la odisea de unos soldados atrapados en una iglesia rodeada de nativos, por culpa de la intransigencia y la cerrilidad de unos mandos obcecados por el honor a la vieja usanza y el militarismo más trasnochado. Los personajes tienen vida propia, no son sólo simples monigotes o personificaciones de determinadas idiosincrasias, y en ningún momento se cae en el panfleto fácil. Como película de acción está bien planificada y montada, y hasta sobresale alguna escena notable, como el cobarde fusilamiento a escondidas de los dos desertores. Hay buenos actores implicados en el proyecto: el Luis Tosar de la mirada amenazadora y el ceño perpetuamente fruncido; Xavier Gutiérrez, de quien me estoy cansando de encontrar hasta en la sopa; Karra Elejalde, de sacerdote, aquí colgado de una sustancia no líquida; Carlos Hipólito, el estresado médico del destacamento; y Eduard Fernández, que muere pronto y hace mutis por el foro. Roque Baños, cada vez mejor, compone una partitura tensa y abigarrada, y no le tiembla el pulso a la hora de retomar el tema "Yo te diré", bien utilizado en momentos puntuales. En resumen, un digno producto comercial sin concesiones al mal gusto o la horterada.
Ya puestos, yo habría eliminado la escena en que el tagalo se folla a la deliciosa Alexandra Masangkay ante los ojos de los soldados españoles. Es grotesca, inverosímil y mueve a la risa más que a la desazón.
Eduardo
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