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España España · Madrid
Voto de Charles:
6
Serie de TV. Drama. Terror. Ciencia ficción Serie de TV (2014-2017). 4 temporadas. 47 episodios. Un avión Boeing 777 aterriza en el Aeropuerto Internacional JFK en Nueva York procedente de Berlín. Se detiene inerte en la pista de aterrizaje y su interior está lleno de cadáveres pálidos. Un extraño ataúd lleno de tierra es hallado en el departamento de equipaje. Así se produce la llegada de Jusef Sardu, un vampiro conocido como "El Amo" (Robert Maillet). El Dr. Goodweather (Corey ... [+]
12 de octubre de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El título ‘The Strain’, traducible como ‘El Parásito’, no es casualidad.
Un parásito devora a la Humanidad a lo largo de esta serie. Y lo peor no es que vaya ganando por fuerza de número, que también, sino por debilidad moral de su principal alimento.
Un virus no come, no duerme, no ama, no sufre, no tiene seres queridos. Los seres humanos sí, y por eso están perdiendo.

'The Strain', hay que decirlo justamente, tiene las aspiraciones bajo control, y prefiere ser un serial de vampiros serie B antes que cualquier otra cosa.
Pero también es verdad que ese aire intrascendente le sienta de maravilla cuando de entretener se trata, y a la vez es inesperadamente acertado cuando surgen ramalazos más truculentos en su propuesta juguetona.
Por ejemplo, muchas veces se conecta a la estirpe vampírica con las grandes catástrofes de la humanidad, como el Holocausto y Chernobyl, estableciendo que si han prosperado es por la crueldad, debilidad y traición que les atrae como cadáveres a los buitres, como si en esos lugares se hubiera perdido más que vidas humanas, y fueran criaderos de los monstruos que desde la sombra acechan.

Así pues, todo empieza con el Boeing 777 del aeropuerto de Manhattan, una tumba abierta portando la semilla podrida, que cambia la vida de todos los que, directa o indirectamente, se han visto relacionados con los acontecimientos: Eph, Nora, Fet, Velders y Gus ven a sus seres queridos desarrollar repugnantes aguijones u ojos feroces, pero aún se las apañan para engañarse y autoconvencerse de que todo lo que ven no va a provocar un cambio en la gente.
A lo largo de cuatro temporadas, el enemigo implacable nunca son los voraces chupasangres, sino el cinismo y el egoísmo, que infectan más rápido que cualquier virus y requieren de mucho más que un par de espadas de plata para ser detenidos.
Un infierno de conformistas se cuece en el planeta Tierra, cuidadosamente cocinado por la propia Humanidad y devorado por el Amo, un vampiro milenario que sabe retorcer la convicción que más duele y acallar la llamada de socorro más necesaria.

En ese fin del mundo se mueve Abraham Setrakian, casi tan deshumanizado como sus archienemigos nosferatu, azuzando a una dormida población hasta que ya es demasiado tarde y solo le siguen unos pocos, creyendo que su destino marcado por los campos de exterminio nazi se decide por fin.
Cuesta poco ver como entre Setrakian y el Amo existen leves diferencias, solo que el último sale favorecido por nuestros inevitables errores: amar a alguien que no nos quiere, derrochar soberbia ante la humillación y permitirnos ser felices, tal vez a costa de toda una extinción.
Son estos últimos rasgos los que una y otra vez hunden a Eph y sus allegados en la desesperación más absoluta, y a la vez los únicos por los que merece la pena seguir viviendo, para luchar un día más contra esa cepa monstruosa que le intenta robar toda historia a la humanidad.

En el "bando" (si se puede hablar de bandos en esta batalla) del Amo también existen esas supuestas debilidades, encarnadas por el anciano Eldritch Palmer que se aferra a la vida con uñas y dientes, arañando un poco más de tiempo a costa de su propio bienestar, e igualmente el antiguo nazi Thomas Eichorst deja notar un brutal complejo de inferioridad que apenas su seguridad vampira puede ocultar.
Ellos dos están entre los personajes más interesantes: pruebas de que el Mal sufre como todos, se enamora como todos y ha acabado siendo como es porque ha sido irreversiblemente dañado en el trayecto, y ya sería demasiado tarde para echarse atrás.
De nuevo, hablar de "bandos" está de más.

Sí, esto es solo una historia de vampiros, que a medida que progresa no tiene filtro en abrazar su naturaleza cutre, y las más de las veces entretiene sin novedad.
Pero con esa misma intrascendencia te cuenta que los buenos actos, ya sean duros o desesperados, no quedan sin respuesta en momentos en los que la gente prefiere "ir tirando" ("get by").
La magia de las nulas expectativas.
Charles
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