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España España · Madrid
Voto de Charles:
6
Acción. Aventuras. Comedia Woody, un dibujante y guionista de cómics, debe realizar un simple encargo para su amigo Harry, agente de la CIA. A pesar de su ineptitud, logra vencer a un grupo de agentes enemigos; y así se gana la admiración de la hermosa Natalia que llega a pedirle que la proteja. Woody se aprovechará de esta situación para dar vida a un personaje de cómic, "Condorman", utilizando los recursos de la CIA. (FILMAFFINITY)
12 de marzo de 2017
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
No sería justo comparar 'Condorman' con Batman, Superman, o reducirlo a mera copia barata de aquellos.
Probablemente algo de dicha intención esté en su idea, pero, lejos de apoyarse únicamente en eso, concibe su propio mundillo, sus propias reglas, y lo más importante, no tiene ningún miedo en disfrutarlas.
Este superhéroe es todo lo ochentero, ridículo y exagerado que puede ser, y a mucha honra.

Pero es que, además, no es un superhéroe al uso: el bienintencionado Woody vive con más entusiasmo que seso, creyendo ciegamente que las fantásticas creaciones de sus dibujos pueden tener su reflejo en la realidad.
Nada más lejos de cumplirse, cuando advertimos que estamos en una Guerra Fría plagada de poderosos malvados con cara de Oliver Reed y traiciones comunistas a cada esquina, pero no por ello el pobre diablo va a dejar de ilusionarse por el romanticismo del espionaje, o la épica de la aventura.
Su amigo y agente de la CIA Harry aprovecha esas fantasías suyas para utilizarle como cabeza de turco de una peligrosa misión, y su inesperado éxito le llevará a que le encarguen infiltrar a la bellísima espía rusa Natalia dentro de los Estados Unidos.

Frente a siniestros sicarios con ojos metálicos y peligrosas persecuciones montaña abajo, se aprende a querer el temperamento de Woody: para él todo es un juego, donde siempre se puede ganar. Cualquier otro agente quizá se habría rendido, habría confiado en la aburrida realidad y habría sido eliminado.
Pero Woody es Condorman, se cree aquel personaje insuperable de su invención, felizmente hecho realidad gracias al equipo de la CIA y en todo momento hace honor a una gloria que él mismo creó.
El viaje en carretera desde Rusia a Europa se apoya de su imaginación para salir de los numerosos peligros, muestra curiosas estampas rurales de tranquilidad en medio de la fuga, y por si fuera poco deja alguna perlita irónica de inesperada agudeza ("eh, soy ciudadano americano, deben respetarme").

Lo mejor, sin embargo, no está en ese curioso contraste de colorista comedia, pasada por el tamiz del serio espionaje.
No, lo mejor viene luego, cuando Woody se ve obligado a confrontar su propia fama adquirida en las ilustraciones que él mismo ha encarnado, y superar los arrogantes comentarios de los villanos que le consideran "solo un simple dibujante de cómics".
Él nunca ha sido solo eso, y mucho menos ha llegado tan lejos creyendo ser solo eso.

Él siempre ha sido Condorman, el superhéroe que no existía, hasta que tuvo que salvar el mundo de una espía que soñaba con los Estados Unidos.
¿Merece la pena despreciar a este valiente defensor, por ridícula que sea su mitología, si sus ideales son de una nobleza a prueba de Guerra Fría? Una pregunta que no le importa al hombre pájaro, mientras vuela gloriosamente, haciendo posible la imposibilidad de unos míticos dibujos.
La misma pregunta que no le tendrá que preocupar a nadie que quiera disfrutar con sus entretenidas aventuras.
Charles
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