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Voto de Charles:
8
6,5
4.256
Romance. Drama. Fantástico. Ciencia ficción. Thriller
Sophie (Elisabeth Moss) y Ethan (Mark Duplass) están casados, pero su matrimonio está a punto de desmoronarse. Por orden del terapeuta (Ted Danson), y para intentar salvar su relación, deciden pasar un fin de semana en una idílica casa de campo. (FILMAFFINITY)
2 de julio de 2017
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sigue sin haber respuesta definitiva al enigma de enamorarse.
¿Cuál será la complicada química que nos ata a otra persona?
Quizás sea algo que solo dure un momento, quizá se esfuma inevitablemente con el tiempo, tal vez tiene más que ver con uno mismo de lo que se aparenta.
'The One I Love' es una pregunta constante, lo más cercano a una terapia de pareja para Ethan y Sophie , y de paso para ti.
Esencialmente, y sin revelar mucho, la cosa va de arrepentimientos, egoísmos y asunciones: arrepentimientos de no haberse portado mejor con el otro, egoísmos porque ya toca que la otra persona me valore, y asunciones de que nunca seremos la versión ideal de esposo o esposa que creímos ser.
Creemos estar bien con nuestra otra mitad, siempre lo creemos, pero ¿y si de repente el genio de la lámpara se nos aparece y nos da la posibilidad de hacer que el otro sea, de verdad, nuestra mejor mitad?
Ojo, no hablamos de "cambiar", todos queremos a nuestra pareja como es (claro que sí), sino de "mejorar"; apenas nada, lo justo y necesario (claro que sí).
En esa piscina profunda en la que muchas relaciones sentimentales no se meten por no hacerse daño, esta historia se zambulle y se sumerge.
Y si se quedara ahí, pues qué bien (más o menos).
Pero no, te da la posibilidad de meterte a ti también, y que te guste la temperatura del agua, y que quieras quedarte ahí más del tiempo del que pensabas.
Típica cosa que nadie piensa, y cuándo sucede se nos enciende la bombilla, de repente, con un candor ardiente y perverso.
Sin más, esta es la historia de una pareja que descubre que se quiere, pero quizás no de la manera que ellos creían quererse, y se dan cuenta de cómo borrar esa molesta, minúscula imperfección.
Si la idea de no querer a alguien en sus virtudes y defectos, o de rechazar los cambios que siempre vienen, no te hace temblar, no te preocupes, estarás a salvo del atrapante misterio que hay aquí.
Pero asegúrate en algún momento de fingir que sigues siendo humano, porque está claro que no lo eres.
¿Cuál será la complicada química que nos ata a otra persona?
Quizás sea algo que solo dure un momento, quizá se esfuma inevitablemente con el tiempo, tal vez tiene más que ver con uno mismo de lo que se aparenta.
'The One I Love' es una pregunta constante, lo más cercano a una terapia de pareja para Ethan y Sophie , y de paso para ti.
Esencialmente, y sin revelar mucho, la cosa va de arrepentimientos, egoísmos y asunciones: arrepentimientos de no haberse portado mejor con el otro, egoísmos porque ya toca que la otra persona me valore, y asunciones de que nunca seremos la versión ideal de esposo o esposa que creímos ser.
Creemos estar bien con nuestra otra mitad, siempre lo creemos, pero ¿y si de repente el genio de la lámpara se nos aparece y nos da la posibilidad de hacer que el otro sea, de verdad, nuestra mejor mitad?
Ojo, no hablamos de "cambiar", todos queremos a nuestra pareja como es (claro que sí), sino de "mejorar"; apenas nada, lo justo y necesario (claro que sí).
En esa piscina profunda en la que muchas relaciones sentimentales no se meten por no hacerse daño, esta historia se zambulle y se sumerge.
Y si se quedara ahí, pues qué bien (más o menos).
Pero no, te da la posibilidad de meterte a ti también, y que te guste la temperatura del agua, y que quieras quedarte ahí más del tiempo del que pensabas.
Típica cosa que nadie piensa, y cuándo sucede se nos enciende la bombilla, de repente, con un candor ardiente y perverso.
Sin más, esta es la historia de una pareja que descubre que se quiere, pero quizás no de la manera que ellos creían quererse, y se dan cuenta de cómo borrar esa molesta, minúscula imperfección.
Si la idea de no querer a alguien en sus virtudes y defectos, o de rechazar los cambios que siempre vienen, no te hace temblar, no te preocupes, estarás a salvo del atrapante misterio que hay aquí.
Pero asegúrate en algún momento de fingir que sigues siendo humano, porque está claro que no lo eres.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Qué maestría a la hora de mostrar las verdaderas cartas del asunto.
Te metes, te interesas, crees que sabes lo que pasa, la perspectiva de un misterio te divierte... ¡y zas!
Sal en la herida. A puñados, y encima escarbando a cada paso.
Lo más interesante, elegante si se quiere, es la manera en la que Ethan y Michelle tratan el hecho de que en la casa de invitados vive una respectiva mejor versión de cada uno de ellos: de manera natural, huyendo a las primeras de cambio, y volviendo sobre sus pasos una vez se dan cuenta de que podrían "divertirse" con ello.
Hay demasiadas emociones soterradas en cada conversación y gesto: sospecha, miedo, frustración, insatisfacción... todas ellas creciendo a cada minuto, dando un aire enrarecido a esa idílica finca bañada por el sol.
Nos han dicho que este es el mejor lugar para superar las diferencias conyugales, y no nos han mentido.
Más allá de las consideraciones y anhelos de la pareja que vive en la casa de invitados (que los tienen, y no deja de ser otro golpe maestro en una película que tiene muchos), Ethan y Michelle están aprendiendo a saber qué esperan del otro, o qué quieren ellos mismos de su relación.
Y nada permite apreciar mejor las diferencias que un espejo invertido y deformante.
El final, el posible rival más débil del conjunto, se las apaña para ser sutil, sin ser negativo o tramposo.
Apenas una duda alumbrada por una tenue luz, que Ethan decide sepultar bajo lo cotidiano y la convicción de que, de todas maneras, no habría querido a su esposa de otra forma.
Podría decirse que, al aceptar lo que queremos, también aceptamos quiénes somos.
Te metes, te interesas, crees que sabes lo que pasa, la perspectiva de un misterio te divierte... ¡y zas!
Sal en la herida. A puñados, y encima escarbando a cada paso.
Lo más interesante, elegante si se quiere, es la manera en la que Ethan y Michelle tratan el hecho de que en la casa de invitados vive una respectiva mejor versión de cada uno de ellos: de manera natural, huyendo a las primeras de cambio, y volviendo sobre sus pasos una vez se dan cuenta de que podrían "divertirse" con ello.
Hay demasiadas emociones soterradas en cada conversación y gesto: sospecha, miedo, frustración, insatisfacción... todas ellas creciendo a cada minuto, dando un aire enrarecido a esa idílica finca bañada por el sol.
Nos han dicho que este es el mejor lugar para superar las diferencias conyugales, y no nos han mentido.
Más allá de las consideraciones y anhelos de la pareja que vive en la casa de invitados (que los tienen, y no deja de ser otro golpe maestro en una película que tiene muchos), Ethan y Michelle están aprendiendo a saber qué esperan del otro, o qué quieren ellos mismos de su relación.
Y nada permite apreciar mejor las diferencias que un espejo invertido y deformante.
El final, el posible rival más débil del conjunto, se las apaña para ser sutil, sin ser negativo o tramposo.
Apenas una duda alumbrada por una tenue luz, que Ethan decide sepultar bajo lo cotidiano y la convicción de que, de todas maneras, no habría querido a su esposa de otra forma.
Podría decirse que, al aceptar lo que queremos, también aceptamos quiénes somos.