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España España · Madrid
Voto de Charles:
6
Drama. Romance. Intriga. Thriller Queriéndose vengar de Lord Clancharlie, El Rey Jacobo II ordena la muerte y el secuestro de su hijo. Como venganza contra su padre, el niño es secuestrado y deformado su rostro quedándole una sonrisa monstruosa. (FILMAFFINITY)
15 de marzo de 2020
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Oh, una sonrisa perenne bajo la que se ocultan lamentos. Oh, oprobio, oh infamia.
Seguramente en su época el bueno de Gwynplaine debió causar más de un sofoco, y más de una reflexión pesimista, pero lo que es hoy en día...
Cuando ocultar bajo una sonrisa los pesares, y denunciar las caretas de la sociedad es costumbre, las historias de otro tiempo suelen quedarse en meros artefactos adornados.

Así le sucede a 'El Hombre que Ríe', y lo que es una fábula tenebrosa sobre el uso de los marginados sociales a conveniencia no pasa hoy día de una curiosidad malsana cuyo principal mérito es haber inspirado al más inmortal enemigo de Batman.
(Sin embargo, cabe señalar que la última iteración de Joker a cargo de Joaquín Phoenix guarda no pocas similitudes de contexto social y personal con este hombre que ríe, poniendo de relieve que, o bien se volvió a los orígenes para reescribirlos, o bien las historias primigenias están obligadas a volver al principio del círculo)

Sea como sea, cualquier aficionado a los monstruos del siglo pasado puede ver los objetivos a cumplir: recreación en maquillaje grotesco, bella pretendiente ajena a la fealdad del protagonista, persecución y burla por parte de una sociedad intolerante... los tópicos están ahí, y no molestan, aunque a veces alarguen más de lo necesario su estancia.
Si acaso, lo más extraordinario es un magnífico Conrad Veidt, eternamente desfigurado, cuyos ojos son ventanas a un mundo de dolor, felicidad y rabia, al que nadie jamás se asomará debido a su sonrisa. La única que consigue "verle", que le quiere como de verdad es, será Dea la triste ciega de su circo ambulante, más triste aún porque no puede ni quiere retenerle a su vera.
Vale la pena dejarse embriagar en su romance, tan puro e idealizado como solo puede verterse en fotogramas del siglo pasado.

Por lo demás, sí, los bellos guardan feos corazones, los villanos llegan al poder y los intereses poco importan a quien tiene riquezas.
Lo hemos visto, lo sabemos.
Pero los ojos de Conrad Veidt siguen compensando todo eso conocido.
Charles
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