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Voto de Javier Moreno:
52.146
Drama
Estados Unidos, años 50. Jack (Hunter McCracken) es un niño que vive con sus hermanos y sus padres. Mientras que su madre (Jessica Chastain) encarna el amor y la ternura, su padre (Brad Pitt) representa la severidad, pues la cree necesaria para enseñarle al niño a enfrentarse a un mundo hostil. Ese proceso de formación se extiende desde la niñez hasta la edad adulta. Es entonces cuando Jack (Sean Penn) evoca los momentos trascendentes ... [+]
10 de octubre de 2011
0 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Porque en los parques hay poca arena y poca hierba que provoque y cubra las heridas.
No hay rodillas raspadas en nuestros hijos................................
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....................................Los abuelos no tienen nada que enseñar
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..........Las niñas ya no quieren ser princesas.............................
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.............................................................................................
.......................................................Viajar ya no cuesta tiempo
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...................Capacidad de asombro mermada y aburrida...........
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Picardía era algo que ocurría en el S.XVI...................................
Retazos, retazos, retazos.
Malick provoca sueño en unos y admiración en otros. También clichés de chovinismo enmascarado. Entrega y dedicación son las sensaciones más claras, además de la pretendida lección.
De entre pop, resuena Brahms, y entonces lloriqueamos y añoramos el ritmo fatídico del reggeaton que no nos traicionará con cambios.
Pero "El árbol de la vida no será aquella delgada línea roja que defina nuestra sensibilidad", por responder a Pablo Kurt. Yo no mataré al amigo que se atreva a bostezar y opinar con desdén ante una película así. La hiperbólica pretensión de Malick es provocar, también, el abismo de diferencia entre los que entendieron su relato y los que deben morir.
El discurso es harto lento y repetitivo, religioso y vigoroso. Pero realmente importa el ritmo, la imagen y la garantía de verdad que se respira en este árbol de avidez artística.
Ah, y un apunte más: poesía no. No hay nada que descubrir, no hay figuras escondidas, no hay recovecos para el destello furtivo. Todo está claro, y creo que es ese el matiz que la hace lenta.
No hay rodillas raspadas en nuestros hijos................................
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....................................Los abuelos no tienen nada que enseñar
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..........Las niñas ya no quieren ser princesas.............................
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.......................................................Viajar ya no cuesta tiempo
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...................Capacidad de asombro mermada y aburrida...........
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Picardía era algo que ocurría en el S.XVI...................................
Retazos, retazos, retazos.
Malick provoca sueño en unos y admiración en otros. También clichés de chovinismo enmascarado. Entrega y dedicación son las sensaciones más claras, además de la pretendida lección.
De entre pop, resuena Brahms, y entonces lloriqueamos y añoramos el ritmo fatídico del reggeaton que no nos traicionará con cambios.
Pero "El árbol de la vida no será aquella delgada línea roja que defina nuestra sensibilidad", por responder a Pablo Kurt. Yo no mataré al amigo que se atreva a bostezar y opinar con desdén ante una película así. La hiperbólica pretensión de Malick es provocar, también, el abismo de diferencia entre los que entendieron su relato y los que deben morir.
El discurso es harto lento y repetitivo, religioso y vigoroso. Pero realmente importa el ritmo, la imagen y la garantía de verdad que se respira en este árbol de avidez artística.
Ah, y un apunte más: poesía no. No hay nada que descubrir, no hay figuras escondidas, no hay recovecos para el destello furtivo. Todo está claro, y creo que es ese el matiz que la hace lenta.
