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Cuba Cuba · Barcelona
Voto de Luisito:
6
Drama. Cine negro Después de cometer un atraco en el que su marido resulta muerto, Marie Ellen (Eleanor Parker), una joven de clase media, ingresa en la prisión del Estado. Tras ser sometida a un reconocimiento médico, se entera de que está embarazada. Tras dos semanas de depresión en la sala médica de aislamiento, Marie tiene una entrevista con Ruth Benton (Agnes Moorehead), una superintendente amable y humana que lucha contra los viejos métodos penales. (FILMAFFINITY) [+]
19 de febrero de 2020
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las infinitas opciones de futuro que nuestra protagonista podría tener a sus poco menos de veinte años quedan reducidas a la nada una vez pisa el suelo de la cárcel de mujeres a la que entra probablemente sin merecerlo. Los ingleses (y no sólo ellos) siempre dicen que las leyes son las leyes, son cosas que no se discuten y que hay que aceptarlas sin posibilidad de quejarse. Lo digo porque la diferencia entre ser acusada de cómplice de robo de 40 dólares o serlo de 35 la lleva a pisar la cárcel, entre uno y diez años según vaya la revisión del caso. Podrían haber sido unos cuantos billetes menos, pero no, esa fatal casualidad acaba definiendo su futuro.

John Cromwell sabía que estaba enseñándonos una injusticia humana tremenda, de manual, en 1950 y hoy setenta años después, su película es lamentablemente universal. La película es buena por muchos motivos, aunque lo que me parece más destacable es que pocos dramas carcelarios de mujeres se han hecho con tanta sensibilidad. Toda la morralla setentera (y en adelante peor) dedicada a este subgénero específico se hizo con la intención de calentar al personal masculino a través de un erotismo penoso. Aquí el director opta por una estrategia pocas veces vista, para empezar por ejemplo, la directora es una persona que cree en la reinserción. El contrapunto es la siguiente al mando, la arquetípica funcionaria mala malísima, todo un hueso. El choque de titanes no impide que las reclusas acaben perdiendo siempre, una vez tras otra.

Entras con carita de inocencia y sales peor de lo que eras. No queda otra que sentir tristeza por esa involución. Aunque tal vez, sólo digo tal vez, el último tramo se produce con demasiada brusquedad.
Luisito
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