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Cuba Cuba · Barcelona
Voto de Luisito:
6
Drama A finales del siglo XIX, la mansión Amberson es la más fastuosa de Indianápolis. Cuando su dueña, la bellísima Isabel, es humillada públicamente, aunque de forma involuntaria por su pretendiente Eugene Morgan, lo abandona y se casa con el torpe Wilbur Minafer. Su único hijo, el consentido George, crece lleno de arrogancia y prepotencia. Años más tarde, Eugene regresa a la ciudad con su hija Lucy, y George se enamora de ella. (FILMAFFINITY) [+]
10 de noviembre de 2013
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
A más de uno, incluido un servidor, le gustaría haber visto la versión que presentó el director a la productora, con unos cuarenta minutos más de lo que podemos ver en la actualidad. Lo cierto es que no pienso que mi opinión cambiase demasiado respecto a lo que he visto, no pienso que al añadirle un final más coherente, más correcto, le pudiera sumar ninguna estrellita a mi valoración. No creo que en esos cuarenta minutos haya nada extraordinario, nada que cambiase mucho lo que en la versión oficial de poco más de ochenta minutos ha llegado a nuestros días. Lo que podemos ver hoy es una película con un contenido poco atractivo (para mí) acerca de las relaciones de una familia burguesa que no se lleva bien con el paso del tiempo. El contenido, lo que señala con el dedo la película, no es lo sustancial. Los personajes están bien trazados y el arranque en cuanto a narración, es de lo mñas efectivo, propio de un cineasta con galones.

De manera excepcional, hay un brillo único que le otorga a la película mayor peso, y es que es sobre todo gracias a la interpretación de Tim Holt, que sobrevuela por encima del resto, que el espectador puede engancharase a la historia. Pero lo cierto es que el interés por lo que le sucede al resto, a la madre, al padre y al vecino, es escaso. El pequeño diablillo, heredero del apellido, es el indescriptible héroe de la película.

¿Qué queda? La mano de Welles, pese a la tijera, lo cual no es poca cosa, capaz de hacer de escenas soporíferas, especialmente las rodadas en interior, momentos de deleite visual inusuales. El personaje central, odioso y odiado, acapara una atención insana, y es que todos esperamos que la bellísima Anne Baxter le dé calabazas, pero mirado objetivamente, no se trata de una historia excepcional. Que la clase acomodada sufra una decadencia con la llegada de los nuevos tiempos no es para tirarse de los cabellos, que una mujer ame a un hombre y se case con otro tampoco es nada para recordar especialmente. Welles es historia del cine, pero en su segunda película no dio su mejor paso.

Por lo visto los productores intentaron avisar al director del recorte inevitable con el que iban a proceder. Por lo visto Welles no cogía el teléfono porque estaba en Brasil pasándolo en grande, en 1942, mientras medio planeta se desangraba y el tío dándolo todo de sarao en sarao. Ahí queda el matiz, pequeñas cosas que quedan tras ciertas películas...
Luisito
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