En mi adolescencia, cuando la gente iba al cine a ver Pretty Woman, no entendía porque salían del cine con una sonrisa en la cara. Ya con 16 años comprendí que la gente buscaba en el cine diversión, evasión y fantasia, y evitaba a toda costa criticar una repugnante película en la que un millonario guaperas que lo tenía todo se enamoraba de una prostituta de la calle, los dos extremos de una sociedad desigual e injusta como la americana. La gente se regocijaba tras el braguetazo de Julio Robers con el millonario con cara gilipollas de Richard Gere.
La película en cuestión, Slumdog Millonaire, es también repugnante porque yo la veo como una margarita encima de una gran mierda. El mesaje final es que la suerte existe para unos pocos, y para los demás o para gran parte de los habitantes de la India solo queda la resignación de la desigualdad y la injusticia. Y nos vamos a la cama contentos, sonrientes y todo.