Posiblemente por estos días todos evoquen a la literatura erótica por el apellido Grey y su técnicas de sadomasoquismo. Sin embargo, la mención más inmediata o al menos una merecida referencia en este sentido debe hacerse para la interpretación de James Spader y una joven Maggie Gyllenhaal en "Secretary" (2002), dirigida por Steven Shainberg y guión de Erin Cressida Wilson, de quienes nunca más supimos.

La película tiene muchos aciertos dentro de su extravagancia, por llamarlo de alguna forma. Consignemos sin revelar el encanto de la historia que muchas veces lo que solemos ver como peculiar suele ser más cotidiano de lo que pensamos, solo que simplemente ocurre puertas adentro. De ahí el placer voyerista por resarcirnos de entramados particularmente diferentes a los propios.

La singularidad de esta comedia romántica pero a la vez con toques de humor negro, es su gran fortaleza. No se trata de rendirse sin más ante la novedad, pero más aún por estos días después de la primera década del nuevo milenio, queda claro que además del mérito de originalidad, contiene un gen adelantado a su tiempo.

"Secretary" es impredecible gracias a la falta de precedentes en films similares y al tono zigzagueante con que lleva la narración de sus hechos. Su disfraz de comedia con tintes de drama es una proeza digna de ver. Una cinta interesante para salir de lo tradicional.

Recomendación:
Entre aceptable y buena. Un film elogiable por su tratamiento aunque más cuestionable por el peso del argumento.