Lo que más llama la atención de esta película es que se trata de un poema que entra por los ojos y los oídos. Una fotografía impecable en la que se percibe una asombrosa capacidad para elegir lugares, colores, movimientos, encuadres, panorámicas,... y fabricar sensaciones a base de imágenes limpias y perfectas.
Cada fotograma es el lienzo de un artista; cada detalle en cada encuadre está cuidadosamente elegido. Es una tentación pulsar el botón de pausa para examinar y admirar muchas de las escenas, en las que uno puede perderse encontrando matices que aportan sifgnificado y sentimiento.
La interpretación es perfectamente poética, las expresiones hablan casi tanto o más que las palabras.
Y por supuesto, una banda sonora fantástica y a la altura, que acentúa la impresión visual.
Cualquier persona con inquietud sobre la fotografía o la pintura no debería dejar de ver esta obra de arte.