Crítica escrita tras ver solamente la primera temporada.
A priori, una serie de un barco militar me llamaba bastante poco la atención. Pero sabiendo que había un virus de por medio, y habiéndomela recomendado un amigo, probé suerte y la verdad es que no me he arrepentido de darle una oportunidad.
Ya en el mismo episodio piloto, vemos que pasan muchísimas cosas y no hay lugar para el aburrimiento propio de este tipo de series. Tanto las series de barcos, como las del ejército o incluso las de naves espaciales (comparables totalmente con los otros tipos, aunque no lo parezca) suelen ser repetitivas e incluso aburridas, siempre en la sala de mandos pasándose órdenes de unos a otros. Pero en “The last ship” han sabido equilibrar muy bien la trama del virus con lo que es la vida diaria en este entorno cerrado. El barco es un mundo aislado en el que viven muchas personas y donde no faltan los problemas de convivencia, de supervivencia y los conflictos típicos de la disciplina militar.
Entre los actores, la única cara que me suena es la de Rhona Mitra, actriz habitual en varias series, aunque con pocos papeles protagonistas a destacar en el cine.
El productor es Michael Bay, especialista en acción y efectos especiales. Su mano se nota de vez en cuando, a pesar de las limitaciones presupuestarias propias de la televisión. La verdad es que está bastante bien hecha. No creo que la hayan filmado en un barco real, pero lo parece, lo cual ya es decir.
Según va avanzando la serie, a veces se deja un poco de lado la trama del virus, a favor de las vicisitudes del barco. Mantener a la tripulación y al barco operativos conlleva mil problemas en un mundo apocalíptico, y algunos episodios se centran en ese aspecto. El planteamiento da mucho más juego del que parece al principio.
Eso sí, el patriotismo americano a ultranza que no falte. Los marines son buenísimos, como ya todos sabemos de mil películas y series.