Todos los grandes acontecimientos históricos como este deberían tener su película para que el gran público pueda tener conocimiento de ello, porque el cine llega a más gente que los documentales.
La crisis de los misiles de Cuba es el momento de la guerra fría en el que más cerca estuvo la especie humana de la destrucción nuclear, y cuya gestión constituye el mayor éxito del gobierno de Kennedy, desde mi modesto punto de vista.
Aunque Kevin Costner goza de más popularidad, aquí el que lleva el peso de la narración es Bruce Greenwood como JFK. Su trabajo transmite una gran tensión por el peso que llevaba a hombros, sin dejar de parecer en ocasiones un simple ser humano que tenía la mayor responsabilidad del mundo.
La película se centra casi todo el rato en la Casa Blanca y en la política de despacho. Aun así, consigue que, incluso sabiendo cómo terminó, nos contagiemos un poco del nerviosismo y el mal rollo que se vivió en aquellos nefastos trece días. Toda esta tensión previa al fin del mundo es el elemento que flotaba en el ambiente y que la película plasma muy bien.
En su contra, tiene una duración excesiva (aunque necesaria para contar todos los hechos) que al ser además un relato eminentemente político, deriva en un resultado un poco pesado de ver. Por muy trascendente que sea la historia y lo bien que lo hagan los actores, desde luego yo me pensaría bastante revisionarla teniendo en cuenta que dura dos horas y media y que básicamente lo único que hacen en ella es hablar.
Con todo, no deja de ser una película bien hecha y que tiene que existir.