La mimetización de este grandioso actor con el discapacitado Christy Brown es tan brutal, que casi no llega a importar la historia (muy simple por otra parte) ni el resto de elementos de la película.
Nos cuenta las vicisitudes de una persona con movilidad reducida y su lucha por tratar de llevar una vida lo más normal y plena posible, especialmente en el amor, donde solo encontraba barreras.
Tanto Day-Lewis como el niño actúan tan bien que parecen ser verdaderos discapacitados.
Por lo demás, es una historia de superación, con mucho drama, amor, familia y carga sentimental.
Se empatiza con el protagonista y llega a dar mucha lástima el sufrimiento vital de este hombre, atrapado en un cuerpo que no le permitía expresarse bien hasta ser adulto, y también usaba la pintura para exteriorizar las inquietudes de su alma.
Mi valoración es que es prácticamente una obra maestra del drama, con interpretaciones que quitan el hipo, y que transmite mucha emoción y valores humanos.
Todo el mundo tendría que verla (cinéfilos o no).