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España España · L'Olleria ( Valencia )
Voto de Grijander:
3
Thriller Simon (James McAvoy), un empleado de una casa de subastas, se asocia con una banda criminal para robar una valiosa obra de arte. Pero, tras recibir un golpe en la cabeza durante el atraco, descubre, al despertarse, que no recuerda dónde ha escondido el cuadro. Cuando ni las amenazas ni la tortura física logran arrancarle respuesta alguna, el líder de la banda (Vincent Cassel) contrata a una hipnoterapeuta (Rosario Dawson) para que le ayude a recordar. (FILMAFFINITY) [+]
15 de febrero de 2014
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Trance es una locura de película. Uno de esos ejercicios para la mente que han sido creados desde hace tiempo por cineastas y una de esas películas en las quedas de puta madre si dices algo como "el limpio enfoque onírico de la película es tan inteligente como perturbador". Pero estás mintiendo, tal vez al lector o tal vez a ti mismo. Comprender la película es sencillo; intentar ensalzarla por haberla entendido es bastante patético.

Danny Boyle se pasa de rosca. Tras un interesantísimo inicio que va a medio camino entre el cine negro y las películas actuales de atracos, Boyle se enfrasca en una absurda cruzada para tejer una gran telaraña en la que, al final, la única vícitma es su propio producto. El cineasta, brillante a veces y pedante por momentos, construye un relato que, o bien no es tan inteligente como pretende, o bien no pretende nada. No se me ocurre término medio que tenga lógica. Cuando llevamos más o menos 30 minutos de película, somos conscientes de lo forzadas que han sido todas y cada una de las puertas que nos llevan hacia el arranque del verdadero relato y, por desgracia, nos vemos sumergidos en un tramo de película en el que lo aprovechable es, más o menos, un segundo de cada minuto. Boyle mete paja, muchísima paja, intenta zarandear al espectador para confundirlo, pero acaba perdiendo el interés de quien mira la pantalla. Tantas sacudidas que no llevan a ninguna parte desestabilizan de forma notable aunque no de la forma que (presuntamente) pretende el director. El juego de colores, los despertares, las incongruencias y el montaje nervioso marca de la casa no hacen otra cosa que sumir al espectador en un profundo sopor.

Rosario Dawson está fantástica. En todos los sentidos. La actriz de peculiar belleza es sin duda lo mejor de Trance, sobreponiéndose a las muchas incongruencias de concepto y de construcción de su personaje. James McAvoy y Vincent Cassell escudan a la actriz, el primero con un trabajo desbocado pero conciso, clave para que el reparto cobre fuerza y, el segundo, aportando una violenta serenidad que cierra el triángulo con una media muy alta.

Resumiendo: Danny Boyle se pasa siete pueblos en Trance. La película nunca es el lío que pretende ser, sino que acaba siendo un aburrido experimento en el que, además, se desvelan todos los entresijos al final, dejando al descubierto todo el relleno. Lo curioso es que precisamente el final es, después del inicio, lo mejor de una película en la que el experimento ha sido un auténtico fracaso. Hay 17 años y mucha distancia entre el Boyle loco pero claro de Trainspotting y el Boyle autocomplaciente, descarado y errático de Trance.
Grijander
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