El prolífico Gerardo Herrero (Silencio en la Nieve) dirige este filme sobre un singular asesino en serie que convierte sus crímenes en escenas basadas en los grabados que realizó Goya y a los que se les denominó Caprichos.
Con esta interesante premisa se presenta este thriller que comienza con fuerza, pero que con un titubeante guión se va diluyendo cual azucarillo en leche caliente. En el esfuerzo de querer desarrollar demasiadas tramas (y dramas) en tan poco espacio de tiempo, se pierde de su objetivo principal que es el faro guía primordial de la película.
Una película que está bien interpretada a pesar de que el personaje protagonista de Maribel Verdú (Blancanieves) cause más antipatía que agrado. Esa mezcla de mujer "machista" sin escrúpulos y falta de respeto por la ley no le hace bien a la actriz, pero es una buena actuación. Aura Garrido (El Ministerio del Tiempo) le da réplica como compañera joven y poco experimentada en estas lides. Roberto Álamo (Que Dios nos Perdone) y Daniel Grao (Perdida) completan ese buen reparto.
Un thriller que logra mantener el interés hasta el final a pesar de las trabas que pone el guión y que cuenta con una buena factura técnica a pesar de ese croma innecesario para recrear la azotea.