"La venganza de Salazar" supone el resurgimiento de una saga que llevaba dos entregas bajo mínimos. Se conoce que el parón les vino bien para replantear el asunto, tomar distancia y reanudar una historia que demandaba espectáculo como agua de mayo. Espectáculo de verdad, y vaya si lo lograron.

La película se siente arrolladora, frenética, sin apenas huecos, ni siquiera hay apenas minutos para descansar. Cuando te recuperas de un pifostio, ya tienes otro entre manos. A eso ayudó la división de tramas, pues en su inicio llegamos a tener a cinco protagonistas, que, con el paso de los minutos, se convierten en tres los verdaderos dueños de la función, que no es poco: el tan carismático como siempre Johnny Depp, un Javier Bardem volviendo a realizar un villano antológico y Geoffrey Rush en modo viejo conocido al que siempre es un gusto reencontrar.

Y con ellos, "La venganza de Salazar" se convierte en un circo de tres pistas en el que la acción y el humor vuelven a formar una suma absolutamente disfrutable, tal y como sucedía en las dos primeras entregas. Respecto a Brenton Thwaites, no estoy de acuerdo con los que le acusan de soso o innecesario. Su cometido es discreto, como debía ser, y encaja a la perfección dentro del conjunto, no así Kaya Scodelario, que no sé de dónde ha salido, pero no me ha gustado nada. Pellizquito al ver al Jack Sparrow de joven.

Claro que hay elementos algo cogidos con pinzas y escenas que no quedan del todo claras, pero eso sucede en cualquier película de aventuras. La clave está en si todo lo demás logra ser más grande que eso, y desde luego que lo es. Es un gusto comprobar que la saga no está muerta, pues aquí hay mucha decisión y muchas ganas de hacer un espectáculo como Dios manda, así lo demuestran los nuevos villanos y ese no parar de escenas estupendas, siempre con Jack Sparrow abofeteándonos con su ilimitado carisma.