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Voto de Miquel:
8
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Drama
Raskolnikov, un estudiante pobre, asesina y roba a una vieja avara y considera que su crimen está justificado porque la considera un parásito de la sociedad. Al principio consigue eludir las sospechas de la policía, pero no el tormento que le causa su aislamiento y su sentimiento de culpa. (FILMAFFINITY)
5 de julio de 2009
19 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Notable y eficaz film del realizador vienés Josef von Sternberg (1894-1969). El guión, de Josef Anthony y S.K. Lauren, adapta la novela “Crimen y castigo” (1866), de Fiodor Dostoievsky. Se rueda íntegramente (escenas de interior y de exterior) en Columbia Pictures Studios (Hollywood). Producido por Benjamin Schulberg para Columbia, se estrena el 22-XI-1935 (EEUU).
La acción dramática tiene lugar en San Petersburgo (Rusia), en 1933/34. Dedicado a los estudios de criminología, Roderick Raskolnikov (Lorre), vive pobremente y con apuros. Escribe interesantes artículos de su especialidad por los que no percibe ninguna retribución, mientras espera que le llegue una racha de buena suerte. Vive solo y se relaciona solamente con Dmitri (Allen), un antiguo compañero de estudios en la Universidad, que se desenvuelve con más habilidad que él y obtiene unos ingresos profesionales relativamente holgados. Su familia se limita a su madre Pulqueria (Risdon), viuda de 43 años, y su hermana Antonia (Birell), soltera, de 20 y tantos años. Conoce y siente interés por Sonya (Marsh), de 18 años, castigada por la mala suerte, pero noble y sincera como pocas. Él, de unos 25 años, es introvertido, solitario, aficionado al estudios y a la lectura, agnóstico, inteligente y con cierta tendencia a la bipolaridad (orgullo/humildad, racionalidad/irracionalidad).
El film suma drama, drama psicológico, crimen, investigación policíaca y romance. Explora el mundo interior del protagonista, sus tendencias megalómanas (admira a Napoleón y Beethoven), sus ideas sobre el superhombre de Nietzsche, su consideración de sí mismo como un superhombre destinado a realizar grandes cosas, con facultades para actuar al margen de la moral hecha para las personas inferiores y con sus convicciones sobre la legitimidad que le corresponde para eliminar a individuos inconvenientes para la buena marcha de las personas y la sociedad. Pese a sus convicciones y sentimientos de superioridad, el crimen se convierte para él en una pesada carga que le rompe los nervios, le atormenta la conciencia, le aturde la mente y le perjudica la salud. Aunque la policía no tiene pruebas contra él, su presencia de ánimo se desmorona y su presunta superioridad se demuestra carente de fundamento. Particular interés tiene el enfrentamiento dialéctico que sostiene con el jefe de policía Porfiry (Arnold) (1).
La obra no forma parte del conjunto de obras maestras de Sternberg (“Marruecos”, “El expreso de Shanghai”, “Fatalidad”...), pero es un trabajo notable, eficaz y convincente, con destellos de la maestría del realizador. La atmósfera del film es densa, opresiva y asfixiante. Traslada a la cinta el ambiente angustioso y opresivo de la novela y de la Rusia zarista en la que la novela (no el film) enmarca la acción.
(Sigue en el “spoiler” sin desvelar partes del argumento)
La acción dramática tiene lugar en San Petersburgo (Rusia), en 1933/34. Dedicado a los estudios de criminología, Roderick Raskolnikov (Lorre), vive pobremente y con apuros. Escribe interesantes artículos de su especialidad por los que no percibe ninguna retribución, mientras espera que le llegue una racha de buena suerte. Vive solo y se relaciona solamente con Dmitri (Allen), un antiguo compañero de estudios en la Universidad, que se desenvuelve con más habilidad que él y obtiene unos ingresos profesionales relativamente holgados. Su familia se limita a su madre Pulqueria (Risdon), viuda de 43 años, y su hermana Antonia (Birell), soltera, de 20 y tantos años. Conoce y siente interés por Sonya (Marsh), de 18 años, castigada por la mala suerte, pero noble y sincera como pocas. Él, de unos 25 años, es introvertido, solitario, aficionado al estudios y a la lectura, agnóstico, inteligente y con cierta tendencia a la bipolaridad (orgullo/humildad, racionalidad/irracionalidad).
El film suma drama, drama psicológico, crimen, investigación policíaca y romance. Explora el mundo interior del protagonista, sus tendencias megalómanas (admira a Napoleón y Beethoven), sus ideas sobre el superhombre de Nietzsche, su consideración de sí mismo como un superhombre destinado a realizar grandes cosas, con facultades para actuar al margen de la moral hecha para las personas inferiores y con sus convicciones sobre la legitimidad que le corresponde para eliminar a individuos inconvenientes para la buena marcha de las personas y la sociedad. Pese a sus convicciones y sentimientos de superioridad, el crimen se convierte para él en una pesada carga que le rompe los nervios, le atormenta la conciencia, le aturde la mente y le perjudica la salud. Aunque la policía no tiene pruebas contra él, su presencia de ánimo se desmorona y su presunta superioridad se demuestra carente de fundamento. Particular interés tiene el enfrentamiento dialéctico que sostiene con el jefe de policía Porfiry (Arnold) (1).
La obra no forma parte del conjunto de obras maestras de Sternberg (“Marruecos”, “El expreso de Shanghai”, “Fatalidad”...), pero es un trabajo notable, eficaz y convincente, con destellos de la maestría del realizador. La atmósfera del film es densa, opresiva y asfixiante. Traslada a la cinta el ambiente angustioso y opresivo de la novela y de la Rusia zarista en la que la novela (no el film) enmarca la acción.
(Sigue en el “spoiler” sin desvelar partes del argumento)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Los personajes principales (Raskolnikov, Sonya, inspector Porfiry, Dmitri y Antonia) se presentan bien construidos y bien perfilados. Algunos secundarios están poco desarrollados (Grilov, Sra. Raskolnikova, Lushin...).
El protagonista más allá de su drama interior y de sus ideas extravagantes es una persona comprensiva y de buen corazón, como demuestra enfrentándose al proyecto de matrimonio de ominosa conveniencia de su hermana con Lushin, su ayuda a los hermanos de Sonya, sus sentimientos compasivos por Sonya y sus condiciones de vida personales, familiares y laborales, su actitud coherente y honesta en relación con el pintor que se confiesa ante la policía autor de un crimen que no ha cometido, etc.
Sternberg se muestra crítico con Columbia Pictures, porque no se le permitió introducir en el guión los cambios y retoques que consideraba convenientes y porque no pudo intervenir en la selección de actores y actrices. No trabajó con la comodidad a la que estaba acostumbrado en la Paramount y el resultado no le satisfizo en la misma medida que el de producciones anteriores. Las razones aducidas por Columbia hacían referencia al ahorro de costes, al cumplimiento del presupuesto previsto y a la forma habitual de trabajar de la casa, especializada en la producción de obras de serie B.
La novela ha sido objeto de numerosas adaptaciones al cine. La primera, titulada “Sin compasión” (1894), la realiza Francisco Lombardi. La segunda, “Crime et châtiment” (1935), de Pierre Chenal, se estrena seis meses antes que la de Sternberg. La tercera versión es la de Sternberg (1935). Entre las adaptaciones posteriores destaca “Crimen y castigo” (1998), de Aki Kaurismaki. Las interpretaciones de Lorre (en su debú en Hollywood), Marian Marsh, Edward Arnold y otros, son brillantes y convincentes.
La banda sonora, de Louis Silver y R.H. Basset (“Mientras París duerme”, Dwan, 1932), aporta una partitura dramática puesta al servicio de la acción. La fotografía de Lucien Ballard (“Grupo salvaje”, Peckinpah, 1969), en B/N, presenta juegos de luces, encuadres y movimientos de cámara propios de la estética expresionista. Hace uso de decorados austeros, de factura intensamente expresionista (2), y de composiciones en las que las variaciones de la luz constituyen el elemento más relevante (alumnos de la promoción, escaleras de la casa de la prestamista, calles de la ciudad...). Hay proyecciones de sombras, tránsitos de sombra a luz, reflejos de imágenes (aguas del puerto) y distorsiones visuales (engrandecimiento de la figura menuda de Lorre) (3). La cinta ofrece una excelente visualidad.
(1) José M. LATORRE, “Crimen y castigo”, Dirigido por, nº 388, pág. 74, abril 2009.
(2) Ibidem
(3) Ibidem.
El protagonista más allá de su drama interior y de sus ideas extravagantes es una persona comprensiva y de buen corazón, como demuestra enfrentándose al proyecto de matrimonio de ominosa conveniencia de su hermana con Lushin, su ayuda a los hermanos de Sonya, sus sentimientos compasivos por Sonya y sus condiciones de vida personales, familiares y laborales, su actitud coherente y honesta en relación con el pintor que se confiesa ante la policía autor de un crimen que no ha cometido, etc.
Sternberg se muestra crítico con Columbia Pictures, porque no se le permitió introducir en el guión los cambios y retoques que consideraba convenientes y porque no pudo intervenir en la selección de actores y actrices. No trabajó con la comodidad a la que estaba acostumbrado en la Paramount y el resultado no le satisfizo en la misma medida que el de producciones anteriores. Las razones aducidas por Columbia hacían referencia al ahorro de costes, al cumplimiento del presupuesto previsto y a la forma habitual de trabajar de la casa, especializada en la producción de obras de serie B.
La novela ha sido objeto de numerosas adaptaciones al cine. La primera, titulada “Sin compasión” (1894), la realiza Francisco Lombardi. La segunda, “Crime et châtiment” (1935), de Pierre Chenal, se estrena seis meses antes que la de Sternberg. La tercera versión es la de Sternberg (1935). Entre las adaptaciones posteriores destaca “Crimen y castigo” (1998), de Aki Kaurismaki. Las interpretaciones de Lorre (en su debú en Hollywood), Marian Marsh, Edward Arnold y otros, son brillantes y convincentes.
La banda sonora, de Louis Silver y R.H. Basset (“Mientras París duerme”, Dwan, 1932), aporta una partitura dramática puesta al servicio de la acción. La fotografía de Lucien Ballard (“Grupo salvaje”, Peckinpah, 1969), en B/N, presenta juegos de luces, encuadres y movimientos de cámara propios de la estética expresionista. Hace uso de decorados austeros, de factura intensamente expresionista (2), y de composiciones en las que las variaciones de la luz constituyen el elemento más relevante (alumnos de la promoción, escaleras de la casa de la prestamista, calles de la ciudad...). Hay proyecciones de sombras, tránsitos de sombra a luz, reflejos de imágenes (aguas del puerto) y distorsiones visuales (engrandecimiento de la figura menuda de Lorre) (3). La cinta ofrece una excelente visualidad.
(1) José M. LATORRE, “Crimen y castigo”, Dirigido por, nº 388, pág. 74, abril 2009.
(2) Ibidem
(3) Ibidem.